28 de abril de 2023, 4:00 AM
28 de abril de 2023, 4:00 AM


Entre los años 1918 y 1920 la humanidad atravesó por una pandemia denominada “la gripe española”, la misma causó aproximadamente 50 millones de muertes; cien años después, la humanidad sufre con la pandemia del coronavirus (covid-19), con un saldo de 6,3 millones de decesos, cifra inferior debido a los avances en salud pero más aún por la acción conjunta que se tomó a nivel internacional que fue el confinamiento de los ciudadanos en la totalidad de los países.

Pero este confinamiento generó que la economía internacional prácticamente se paralice, generando “distorsiones económicas” nunca antes vistas, una de ellas, que el precio del barril de petróleo registrara cifras negativas, el comercio internacional fue nulo, el turismo y la gastronomía recibieron un golpe mortal, y muchas empresas se declararon en quiebra.

Pero el aspecto más dramático se vio en las personas y familias que vivían del día a día, en un tiempo récord estas familias se vieron sin poder disponer de recursos. En los países en vías de desarrollo estas familias no tenían recursos ni para poder abastecer su alimentación diaria y mucho menos cancelar los servicios básicos de sus hogares, luz, agua, gas y otros; sin embargo, las empresas que proveen estos servicios no podían dejar de abastecer a la sociedad.

Con esta situación económica y social muy alarmante, surgen entidades internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que aprobó créditos por $us 21.600 millones destinados a los países de Latinoamérica para hacer frente a la pandemia; así tenemos que los recursos destinados para los países, los que más destacan son: Bolivia con $us 450 millones, El Salvador y Ecuador $us 250 millones; al Paraguay $us 210 millones y otros montos para varios países.

Estos créditos estaban destinados específicamente para fortalecer el sistema sanitario de los países, para subvencionar bonos a familias de escasos recursos así como el pago de servicios básicos (luz, agua y otros), pero de acuerdo a la emergencia y a que los Estados debían tomar acciones inmediatas, los gastos se realizaron con recursos económicos propios de los países, vale decir que los gobiernos asumieron los costos con sus recursos con el compromiso que los mismos serían reembolsados por los créditos anteriormente mencionados.

Los gobiernos destinaron recursos para la adquisición de respiradores, pruebas antígenos nasales, vacunas, equipamiento de los centros de salud y varios insumos necesarios para hacer frente a la pandemia; sin duda alguna estas acciones ayudaron a sobrellevar los efectos económicos y sociales a consecuencia de la pandemia.

Una vez que los gobiernos realizaron los gastos, recién a partir de la gestión 2022 el BID empezó a reembolsar los gastos realizados por los gobiernos como consecuencia de la pandemia, vale decir los recursos destinados a bonos sociales, así como el pago de los servicios básicos.

Una vez evaluados los gastos erogados, éstos siguen los procedimientos legislativos establecidos para aprobar dichos créditos y ser desembolsados y de esta manera reponer las divisas gastadas por los gobiernos.

Las emergencias sanitarias no tienen ideología, por tanto los gastos realizados fueron oportunos y el reembolso de los mismos por parte de los organismo internacionales debe ser lo antes posible para evitar desfases financieros en los países beneficiarios.

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