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El dilema electoral

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18 de julio de 2020, 3:00 AM
18 de julio de 2020, 3:00 AM

Andrés Tórrez

Cuando propusieron a Salvador Romero en 2019 para el OEP fui de los primeros en aplaudir y reconocer públicamente la preparación, talento y trayectoria de uno de los principales expertos en el tema electoral en Bolivia. Como muchos pusimos grandes esperanzas en su vocación democrática.

Muchos amigos me llaman y preguntan con afecto y preocupación por qué tengo una posición tan crítica con el OEP y qué intereses me llevan a cuestionar tan vehementemente el proceso electoral que es tán frágil. Cuando les cuento los datos y pruebas que he encontrado sobre la negligencia del OEP me piden que mire a otro lado, que no joda, que no diga la verdad, que por el bien del país, dejemos que los temas centrales de la elección se queden para después, que las papas queman, que estamos en emergencia, que es mejor llamar a elecciones ya para salvar la crisis y que las faltas y delitos del MÁS pueden ser castigadas después. 

Sin embargo, cada día encuentro más detalles de la magnitud del fraude, la manipulación, el padrón inflado por maniobras electrónicas y jurídicas, la negligencia y tantos vicios que no puedo quedarme callado. Me siento impotente e indignado ante la incapacidad para auditar y mostrar los delitos en más de ocho meses. La actitud de las autoridades, “expertas en el tema”, es evasiva, esconden las denuncias en procesos burocráticos detenidos adrede, valientes funcionarios superan el miedo y cuentan todos los atropellos de la elección de octubre de 2019, pero son desatendidos. 

Creo que necesito decir y escribir lo que pasa para que este tiempo de crisis sea una oportunidad de cambio y avance democrático, no otra etapa de impunidad. El MAS ha vulnerado tal cantidad de principios, normas, reglas y procedimientos democráticos, que no merece estar en la contienda electoral, no importa cuántos seguidores tenga. Es un equipo de fútbol que ha jugado con jugadores no habilitados, que ha coimeado para que sus jugadores jueguen aunque no cumplan los requisitos, para colmo estaban dopados, y salieron positivo en el antidopping. Un defensor sacó dos goles con la mano en el área, y no cobraron penal, ni lo expulsaron. Otro defensor le partió la pierna a un delantero del otro equipo, que no tenía la pelota, mandándolo al hospital, no lo expulsaron. En el segundo tiempo le cobraron dos penales a favor que no existían por qué el árbitro estaba comprado, el VAR mostró que no hubo penal, pero apagaron las luces del estadio y cobraron el penal de todas formas decretando el triunfo en medio de gritos y protestas. Todas esas faltas y delitos se saben y tienen pruebas, pero el presidente de la liga tiene miedo a sancionar porque hay muchos fans que pagan entradas. Hay muchos derechos de TV en juego y es mejor proteger a los tramposos para que unos cuántos se beneficien. Son capaces hasta de ayudarlos a ganar el campeonato para que los delincuentes sean premiados con un título. Mientras tanto los chicos, niños, jóvenes y adultos aprenden por experiencia y con el mal ejemplo, que en el fútbol boliviano premiamos y protégenos a los tramposos y delincuentes que se ríen en la cara de todos impunemente.

El nuevo presidente de la liga, experto reconocido en procesos del fútbol y todo el tema, toma conocimiento de todo a detalle pero decide mirar a otro lado, seguir con la impunidad y mantener el negocio del fútbol. Le explicaron claramente que se puede sancionar al equipo del fraude inmediatamente en sala plena, pero ordena que no digan nada. Sale a los medios y miente diciendo que no es su competencia sancionar, que es un juicio el que debe decidir el futuro del equipo de fútbol. Espera que esa mentira le salga bien y nadie en la liga informe la verdad y cuente que de acuerdo al procedimiento el responsable de sancionar directamente es el OEP. Esa es su obligación, para eso fue nombrado para cuidar que los procesos democráticos sean limpios y justos.

Esa es mi respuesta a todos aquellos que me piden que mire a otro lado y que no denuncie nada. No puedo, no debo, primero están mis hijos, mi país y mi conciencia. Aquí hay delincuentes impunes y funcionarios negligentes, que sabiendo todo, no hacen nada. No tengo ningún interés personal solamente la convicción que lo correcto, es siempre lo correcto, no importa a favor de quien va la decisión de castigar a los que incumplen las reglas, las manipulan y miran a otro lado.

Creo que como yo hay miles de bolivianos que no vamos a mirar a otro y vamos a seguir diciendo la verdad y exigiendo que se cumpla la ley y que los equipos que no cumplan las reglas sean expulsados de la liga de inmediato.

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