Opinión

El litio y las oportunidades que se evaporan

21 de marzo de 2022, 4:00 AM
21 de marzo de 2022, 4:00 AM

Las circunstancias, aun cuando sean adversas traen consigo oportunidades y amenazas que impactan de alguna forma en las naciones y sus ciudadanos. Los costos exorbitantes de las energías fósiles, los elevados precios de los commodities agrícolas y minerales, la amenaza de escasez mundial de alimentos producto de la pandemia, el calentamiento global y ahora la invasión criminal de Rusia a Ucrania, dejan grandes amenazas de mayor inflación, desempleo, endeudamiento y aumento de la pobreza. Al mismo tiempo se vislumbran oportunidades de desarrollo de energías alternativas, tecnologías de la información, electro movilidad, biotecnología, inteligencia artificial, etc.

Ante las varias amenazas que se vislumbran sobre el país, se presentan también oportunidades de desarrollo que se nos pueden estar evaporando por la humedad de nuestros salares y por la falta de una estrategia clara y transparente para su aprovechamiento. Nos referimos a los recursos contenidos en los salares sedimentados en millones de años en el Sudoeste del país, en Potosí y Oruro en los salares de Uyuni y Coipasa respectivamente, que contienen una de las mayores reservas mundiales de litio y sales de potasio en una extensión que sumada llega a los 14 mil Km2. Sin embargo, resulta inexplicable que con semejantes reservas naturales hasta la sal de mesa de alta calidad que consumimos sea en su mayoría chilena.

Con reservas probadas de 21 millones de toneladas de litio, seguido por Argentina que posee reservas por 19 millones y Chile con 9 millones, se constituyen en el denominado triángulo del litio, que en el caso de nuestro país ahora se explota con una producción mínima de 990 toneladas de carbonato de litio, 51.400 toneladas de cloruro de potasio y cerca de 9000 baterías LFP, que sumados el año 2021 alcanzaron poco más de 27 millones de dólares, según informe de la estatal Yacimiento del Litio Boliviano (YLB), cifra mínima para lo que se espera del llamado oro blanco.

Recordemos que el despertar del litio en Bolivia data de octubre de 2018 cuando el Gobierno de entonces a través de YLB firmó un contrato de asociación para la explotación del litio en el salar de Uyuni con la alemana ACI Systems, para la producción de hidróxido de litio con salmuera residual de la producción de cloruro de potasio y la posterior producción de material catódico y baterías de litio con una inversión inicial de 300 millones de euros en la primera fase, que debía llegar en total a los 900 millones de euros en la fase de industrialización final, junto con la generación de 1.000 empleos directos y cerca de 10.000 empleos indirectos. El contrato quedó concluido con la abrogación del DS 3738 en noviembre de 2019 con la crisis post electoral y luego de 40 días de huelga del Comité Cívico de Potosí que reclamaba mayores regalías.

Mientras todo esto nos sucedía en Bolivia, el pasado año, la minera estadounidense Livent anunció una nueva expansión de sus inversiones por un monto de 640 millones de dólares en su proyecto Fénix de Argentina para elevar su producción de litio en el Salar del Hombre Muerto en la Provincia de Catamarca, convirtiéndose en el segundo proveedor de BMW tras un acuerdo con la automotriz por 340 millones de dólares. Estas inversiones que recibe Argentina se suman a las de la australiana Orocobre que opera los yacimientos de litio de Olaroz y Sal de Vida, que acaba de adquirir a su competidor Galaxy por 1.400 millones de dólares, dando muestras que todos se preparan para competir en la provisión de litio, ante los pronósticos que hasta el año 2030 al menos el 50% de la producción automotriz será de autos eléctricos o híbridos, en una carrera acelerada hacia la electromovilidad.

Por su parte Chile que posee menos de un tercio de las reservas de litio que tiene Bolivia, exportó el 2021 cerca de 1.500 millones de dólares en productos del litio, esto es un 30% de la demanda mundial de Carbonato de Litio Equivalente (LCE) entre carbonato e hidróxido de litio, lo que convierte al vecino país en el segundo exportador mundial detrás de Australia. El consumo mundial de litio expresado en LCE es de 323 mil toneladas y se espera que hasta mediados de la presente década pueda llegar a las 800 mil toneladas y hasta el año 2030 se alcance los 1,7 millones de toneladas de LCE, según un estudio publicado por el Ministerio de Minería de Chile.

El precio de la tonelada de Carbonato de Litio Equivalente (LCE) alcanzó este año a 55.000 $us/Ton, esto es ocho veces más que la cotización de hace un año atrás, lo que nos obliga a acelerar la actual escasa producción del metal blando si queremos aprovechar la coyuntura de precios altos. En este propósito YLB espera completar hasta abril del presente año las pruebas piloto de extracción directa de litio (EDL) para lo que se contrató varias empresas extranjeras, esto aun sin una estrategia definida de concesión ni adjudicación de la producción a escala.

Si bien lo importante sería que Bolivia llegue a producir baterías de litio y material catódico con última tecnología y a gran escala, es muy importante en una fase inicial el desarrollo de la producción masiva de carbonato e hidróxido de litio en asociación con las empresas globales que poseen la tecnología, experiencia y el capital para invertir en un negocio que debe rentar al país y al inversionista, dejando de lado el absurdo estatismo que a la larga nos coloca en clara desventaja competitiva y nos puede hacer perder nuevas oportunidades de desarrollo.

 



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