31 de diciembre de 2022, 4:00 AM
31 de diciembre de 2022, 4:00 AM


El último día del año cierra con tristeza, desasosiego e incertidumbre. La aprehensión al gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, su detención y posterior reclusión en el penal de Chonchocoro por cuatro meses en la ciudad de La Paz han puesto en vilo a la región y seguramente al país en las próximas horas.

La reacción de quemas de instituciones y un paro de 24 horas en el departamento cruceño, son pruebas fácticas del rechazo a la medida política que ha tomado el Gobierno de Luis Arce Catacora.

Una medida arriesgada desde el punto de vista político que busca demostrar poder absoluto sin esconder despropósito. Este atropellamiento a la primera autoridad departamental elegida democráticamente no figura en los anales de la historia. Nadie se había atrevido a tanto. La búsqueda de consolidar el poder a cualquier costo demuestra que en el proceso puedan quedar cabos sueltos. Sobre todo, si se insiste en cerrar fisuras internas sin tomar en cuenta los nuevos escenarios hostiles que se abren de otras regiones del país.

No en vano el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, expresó su preocupación por los acontecimientos en Bolivia, con la detención del gobernador de Santa Cruz. Y apela a todos los actores políticos y sociales a ejercer la máxima moderación. Pero además apunta al sistema judicial e insta a adherirse al Estado de derecho que asegure “el debido proceso y la transparencia en los procesos judiciales", según reza el comunicado de la ONU.

Si existe un propósito de descabezar a una región, con métodos violentos, con acciones arteras y deleznables, con el resultado podría ser el inverso. La unión del ciudadano cruceño se fortalece con las injusticias, los atropellos, los abusos; lo viene demostrando en las calles, las movilizaciones y los cabildos. Los resultados de esta indignación se podrían ver en las próximas elecciones, pero además este sentimiento se puede reproducir en las demás regiones que aún miran pasivamente cómo se actúa desde el Gobierno central.

El silencio calculador del Ejecutivo esconde la mano del piedrazo arrojado el 28 de diciembre. No obstante, los tiempos en la política suelen ser otros.
La unidad fortalecida del pueblo cruceño tomará medidas ante el accionar de la justicia boliviana, sin descuidar un direccionamiento político y calculado.

Ayer, mientras el Movimiento Al Socialismo, en su núcleo más duro, festejaba el hecho, se llevó a cabo en la región un paro cívico como rechazo a lo acontecido y reclamando por la liberación del gobernador, con algunos hechos violentos que ilustran la tensión que se vive en la ciudad capital.

Pareciera que poco importa hacer un balance de lo que se vivió, se sufrió y se logró durante el año cuando la realidad no da respiro ni reconoce los esfuerzos por tener nuevos tiempos y otras posibilidades.

La imagen del presidente Luis Arce ha mutado durante el año que se va. Ha pasado por varios procesos e incluso en septiembre fue visitador buscando un acercamiento calculando las distancias. El hecho del año, la lucha por el Censo de Población y Vivienda, fue determinante y selló una relación poco amigable para la región.

El último día del año se vive ahora pensando en lo que vendrá. A la espera de nuevas luces que den esperanzas ante la oscuridad radiante, la región, por su parte, seguramente necesitará aire para respirar profundo y darle cuerpo a nuevas instancias buscando fortalecer otras vías de lucha y de supervivencia. Se cierra un capítulo, pero se abre otro, que no es el mismo, aunque parezca igual.

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