Opinión

El undécimo mandamiento

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27 de noviembre de 2017, 7:09 AM
27 de noviembre de 2017, 7:09 AM
En el Congreso boliviano sobre la ciencia del suelo, un funcionario de la FAO, organismo especializado de NNUU, indicaba que, en general, el 50% de los suelos de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas de Bolivia (alrededor de tres millones de hectáreas) presentan problemas de degradación, cifra muy por encima de la degradación de suelos a escala global, situada en un 33%. 


Se citan diversos motivos que causan este deterioro, todos relacionados con las malas prácticas agrícolas como el excesivo laboreo, mal uso de fertilizantes, la no rotación y la poca diversificación de cultivos, etc. Investigando sobre el tema vemos que en Villa Bella, donde confluyen el Mamoré y el Beni, ríos que drenan gran parte de la zona andina y de la llanura chaco-beniana, arrastran sedimentos y sales nutritivas; Guyot y colaboradores estimaron para finales del siglo pasado un transporte de 257 millones de toneladas por año de sedimentos y 36 millones de materias disueltas, lo que significa que cada día que pasa Bolivia ‘exporta’ 803.000 toneladas de suelo y fertilidad al Brasil haciendo del río Madera el que más sedimentos aporta al Amazonas. Eso significa que al menos 205 hectáreas de capa arable se pierden diariamente por la erosión en Bolivia. 


Vale recordar un principio ético conocido como el 11.° mandamiento, dictado por el famoso científico de suelos, Walter C. Lowdermilk (1888 – 1974), a ser tomado en cuenta en la actualidad cuando el patán mandamás de la primera economía del planeta, entre otros ignorantes, desconocen y reniegan de los esfuerzos mundiales para frenar el deterioro ambiental en general.


“Heredarás tu santa tierra como su fiel sirviente, conservando de generación en generación sus recursos y su productividad. Salvaguardarás tus campos de la erosión de los suelos, tus aguas vivientes de que se sequen, tus florestas de la desolación y protegerás tus colinas del excesivo pastoreo, de modo de que tus descendientes puedan disfrutar de eterna abundancia. Si fallaras en esta servidumbre a la tierra, tus campos fructíferos se convertirán en campos pedregosos y estériles y en barrancos inaprovechables y tus descendientes disminuirán y vivirán en la pobreza o desaparecerán de la faz de la tierra”.


Hacer el uso más provechoso del suelo, en la amplia gama de posibilidades, sin causar la degradación irreversible del mismo, aparte de constituir una difícil tarea es un reto de la humanidad. Solo si se entiende la función primordial de los suelos, que es la de ser la base para la producción de alimentos requerida por la creciente población mundial, destaca el hecho de que los suelos constituyen un sistema de vital importancia. A través de su impacto en la productividad agrícola y en el ambiente, la degradación del suelo da lugar a inestabilidad económica, política y social. La degradación de los suelos amenaza y afecta la estructura de la humanidad, en su conquista de la tierra con la agricultura a lo largo de los últimos 12.000 años.

 
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