14 de mayo de 2022, 4:00 AM
14 de mayo de 2022, 4:00 AM

Son una especie muy escogida, no tienen sangre en la cara y sí pocas condiciones para el estudio. Por alguna razón que se desconoce, suelen quedarse entre el segundo y quinto semestre de cualquier carrera. De allí no se mueven durante 20 ó 30 años. En sus familias llegan a tener nietos, pero ellos siguen siendo ‘universitarios’. Se los llama dinosaurios de la U.

Pero no son ‘universitarios’ del llano a sus más de 50 años de edad; son eternos dirigentes que ocupan puestos en la costosa burocracia de las casas superiores de estudio y cobran sueldos millonarios, en varios casos por encima incluso de los rectores.

Eso no es todo, son dinosaurios con poder: toman decisiones, conforman el famoso ‘cogobierno’ docente estudiantil universitario; defienden a capa y espada la autonomía porque así se aseguran que nadie les quite la pega de varias décadas y nadie pretenda meter las narices para averiguar cómo gastan los recursos públicos dentro de los muros de los campus y las aulas.

Existen desde la década de los 1960, cuando las universidades comenzaron a hacer política con igual o más énfasis que hacen academia.

Siembre estuvieron allí, pero en estos días volvieron a llamar la atención a raíz de la tragedia de la Universidad Tomás Frías de Potosí, donde cuatro estudiantes murieron aplastadas en una avalancha que se produjo por la explosión de una granada de gas en una asamblea donde fueron llevadas obligadas, junto a otros centenares de jóvenes, a avalar un proceso electoral interno que a ellas ni a la mayoría le interesaba.

Así supimos de la existencia de un ‘universitario’ llamado Max Mendoza, militante del Movimiento al Socialismo (MAS) según registro del Tribunal Supremo Electoral, que es nada menos que presidente de la Confederación Universitaria Boliviana (CUB), tiene 52 años de edad, ocupa ese cargo desde hace diez años y busca prorrogarse.

También es miembro del presídium del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), por lo que recibe un sueldo de Bs 21.870. Formalmente figura, a sus 52 años, como estudiante de Agronomía de la Universidad Mayor de San Simón.

El Comité Cívico Potosinista (Comcipo) vinculó a Max Mendoza con el atentado que cobró la vida de cuatro universitarias, por su angurria de poder y para estancar el Congreso.

Mendoza proclama abiertamente su amistad con Evo Morales y dice que se reunió más de 60 veces con el jefe del MAS. Según relatos de otros exdirigentes universitarios, Evo Morales es padrino de uno de los hijos de Max Mendoza.

El eterno dirigente universitario estrechamente vinculado a Evo Morales recibió más de un millón de bolivianos en sueldos y Bs 87.480 en aguinaldos. El rector de la UMSA, Óscar Heredia, dice que por lógica Max Mendoza tendría que devolver ese dinero tras una auditoría, porque todo indica que vulneró la norma al no cumplir con los requisitos para ocupar el cargo que le da ese jugoso salario.

Según el Estatuto del Sistema de la Universidad Boliviana, para ser miembro del presídium del CEUB se requiere un grado académico de doctor, magister, licenciado o algún equivalente, y Mendoza apenas es estudiante de Agronomía hace muchos años.

Otro de los requisitos para ser parte del presídium es ser docente titular con más de cinco años de antigüedad; pero el ‘doctor’ Mendoza en lo único que tiene antigüedad es en su larga condición de ‘universitario’. Probablemente ni a clases asiste, y quizá ni conoce a sus docentes; así que muy lejos está de ser él mismo un docente.

Mendoza es uno de esos dinosaurios. Pero no es el único, los hay otros, y varios, en cada universidad pública del país, que se pasean cómodamente en su condición de dirigentes y universitarios de dos o tres décadas; también superan los 40 y 50 años de edad y lucran haciendo política y recibiendo sueldos que los bolivianos pagamos con nuestros impuestos. ¡Ay, la Universidad pública de Bolivia!

Tags