13 de marzo de 2023, 4:00 AM
13 de marzo de 2023, 4:00 AM

Bolivia atraviesa momentos de incertidumbre por la situación económica. La lenta y contundente caída de las Reservas Internacionales Netas (RIN), junto con la falta de transparencia en la información vertida por el Gobierno, dejaron un clima de temor y dudas en la ciudadanía, además de una afectación a las importaciones y a los miles de bolivianos que dependen de las remesas que les llegan del exterior y de las que ya no pueden disponer en dólares.

Mientras eso ocurre en la economía real de las familias y empresas, hay una disputa política que pretende copar la atención. Se trata de la adelantada competencia electoral entre Luis Arce (presidente) y Evo Morales (jefe del MAS). Debido a esto, el Gobierno no consiguió la aprobación de leyes que son su salvavidas en este momento: la ley del oro y leyes para aprobar créditos internacionales, porque el ala evista ya no suma sus votos a los del bloque oficialista afín a Luis Arce. Es más, el ala dura masista ha llegado a ponerle condiciones al presidente para dar un paso hacia la unidad partidaria; se conocen los pedidos públicos, habrá que preguntarse cuáles son los que se plantean por debajo de la mesa.

Lo que está en disputa en este momento no parece ser el bienestar de todos los bolivianos, sino si el candidato del Movimiento Al Socialismo será Evo Morales o Luis Arce Catacora. A eso se reduce el esfuerzo de este momento y los ciudadanos están al medio, cuál daño colateral.

Esta situación deja un costo político para el presidente, que durante años ha trabajado su imagen de gurú de la economía. Quizás por eso es que no ha aparecido para hablarle a los bolivianos sobre este complejo momento. Cuida su imagen, pero deja en la incertidumbre a la población: prioriza la política y deja a un lado la economía. Mientras tanto, los funcionarios que manejan las finanzas nacionales siguen pintando una realidad ideal que no se refleja en lo que ocurre en los bolsillos del boliviano de a pie, con lo que aumenta la desconfianza.

En cuanto a las acciones planificadas: mayor endeudamiento y la ley que le permitiría monetizar el oro de las reservas internacionales netas, no parecen ser soluciones de fondo, sino parches que patean el problema de fondo hacia adelante.

Se sigue endeudando al país, mientras el valor de los bonos soberanos se desmorona por la caída de las reservas internacionales. Además, la monetización del oro, si bien alivia la situación actual, sólo prolonga la agonía de las RIN, que ahora apoya su valor precisamente en los lingotes de este metal que hay en las bóvedas del Banco Central de Bolivia.

Mientras el gobierno siga priorizando la política no asumirá medidas de fondo para resolver el entuerto económico actual.

¿Por dónde debería comenzar? Dos caminos parecen ser urgentes: reconocer la situación actual como un problema a resolver, en vez de seguir negándolo y culpando a los economistas y a las redes sociales, porque ya nadie le cree.

La segunda vía es reducir el excesivo gasto actual, tanto en una abultada burocracia que solo beneficia a militantes pero que no le deja nada al país, como en empresas estatales deficitarias y en importación de hidrocarburos, lo que debe pasar por varias acciones, desde el control de ingreso de vehículos ilegales, hasta indagar y sancionar hechos de corrupción, si es que las denuncias se confirman.

En otras palabras, la estrategia de vender una imagen de economía blindada ya no funciona. Se necesita seriedad en el análisis y la solución de los problemas.

Si las cosas siguen así, de nada valdrá quien gane la pugna electoral. Si el gobierno no es confiable ahora, tampoco lo será cuando lleguen las elecciones nacionales.

 



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