12 de febrero de 2024, 4:00 AM
12 de febrero de 2024, 4:00 AM

Un viejo refrán dice que “No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”, y bien puede aplicarse a la realidad boliviana. La caída das las exportaciones de gas, las restricciones a la venta de productos agropecuarios, la reducción a cero de la inversión extranjera y el incremento de la deuda externa reflejan en cifras una realidad cada vez más complicada. No hay dólares y ello amenaza con socavar la estabilidad económica que tanto esfuerzo ha costado construir.

En los últimos días, importadores de insumos agropecuarios, fabricantes de medicamentos, empresas automotrices y otros sectores productivos coincidieron que se encuentran en la cuerda floja, ante la dificultad para acceder a la divisa norteamericana, indispensable para el funcionamiento de sus operaciones. No olvidemos que Bolivia necesita un promedio de $us 950 millones por mes para importar bienes de capital, pero a diario se escucha que ni los bancos cuentan con la moneda.

La Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco) ha lanzado una voz de alerta, señalando que el flujo de dólares no se ha normalizado, lo que genera un panorama incierto para el sector empresarial. Esta situación, sumada a otros conflictos como el bloqueo de 16 días que paralizó el eje central del país, presagia un retroceso en la economía nacional, poniendo en riesgo la recuperación postpandemia.

Las consecuencias de la falta de divisas son palpables. El pago de proveedores en el exterior se vuelve una odisea, poniendo en riesgo el abastecimiento de insumos y productos esenciales. Los economistas ya advertían en 2023 sobre el impacto inflacionario que este problema podría generar, un duro golpe al bolsillo de los bolivianos que ya sufren los embates del alza de precios y la escasez de algunos productos importados.

¿Y qué pasó con los yuanes? No lograron solucionar la situación, según los testimonios de los mismos empresarios que solo se encontraron con explicaciones de que todavía no es posible en las entidades financieras, y a la fecha no han podido concretar las importaciones con esa moneda.

Y como si las noticias negativas no cesaran, Fitch Ratings degradó la nota soberana de Bolivia a CCC, debido, principalmente, a la “significativa” disminución de las Reservas Internacionales Netas (RIN), que aumenta los “riesgos para la estabilidad macroeconómica y la capacidad de servicio de la deuda externa”.

Ahora que se ven acuerdos en el Legislativo, el país debe avanzar. Es innegable que la atención a la economía debe ser una prioridad para los gobernantes. La escasez de dólares no es un problema menor, sino una bomba de tiempo que puede detonar una crisis de magnitudes impredecibles.

El Gobierno debe trabajar en estrecha colaboración con el sector empresarial privado para encontrar soluciones conjuntas. Incentivar la inversión extranjera, diversificar las exportaciones y optimizar la gestión de las RIN, son pasos necesarios para sortear este desafío.

No podemos permitir que la falta de dólares hipoteque el futuro de Bolivia. Urge retomar el rumbo correcto del país que merecemos, el único camino es trabajar por la economía, sin intereses partidarios de por medio. De lo contrario, en menor tiempo y plazo de lo que creemos, perderemos la estabilidad de la que aún gozamos, así como las inversiones y empleos que aún tenemos y los alimentos que todavía podemos producir.

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