6 de agosto de 2022, 7:30 AM
6 de agosto de 2022, 7:30 AM

Si tuviéramos que describir hoy con una sola palabra a la Bolivia que todos amamos, probablemente tendríamos más dudas que en el pasado, cuando hubiésemos elegido alguna expresión optimista y que transmita esperanza. Hoy sería distinto, porque los sentimientos, como dice esa expresión popular, se encuentran unos contra otros y arman su propio debate para imponerse quién sabe si un adjetivo pesimista y desesperanzador.

Quizá ya perdimos la cuenta de los años que van en que los 6 de agosto eran solo celebración y fiesta; hoy son motivo de homenaje, sí, nunca puede faltar, pero también de una profunda reflexión acerca de adónde vamos como país, a qué rumbos nos conducen los líderes que tienen en sus manos esta gigante nave tricolor llamada Bolivia, y una sensación de preocupación de que no soplan vientos de buen augurio en estos tiempos.

El país llega a este 6 de agosto con una profunda división de sus hijos; y si bien la había antes, hoy es más profunda que nunca. El poder dominante ha elegido por lógica de administración la división y la confrontación, esa que le da réditos políticos en sus adherentes, pero que en la perspectiva de país sólo posterga indefinidamente la posibilidad de una construcción única de país con un objetivo común, en el que todos sus ciudadanos se sientan partícipes de un mismo proyecto de futuro.

Y casi como una prueba fehaciente de cómo avanzamos (o retrocedemos), la celebración de los 197 años de independencia de nuestra República de Bolivia coincide con un bloqueo de rutas que ya lleva una semana en el departamento de Santa Cruz, por campesinos ‘interculturales’ (léase emigrados desde el Occidente del país) que quieren legalizar la ocupación ilegal de tierras y la invasión de los parques nacionales con el fácil argumento del derecho a la tierra.
Al mismo tiempo, el feriado patrio precede a un paro de 48 horas de Santa Cruz, la región más productora, la que más crece y con mayor población del país, en contra de la postergación por dos años del Censo de Población y Vivienda que tendría que haberse realizado en noviembre próximo.

El Gobierno hizo oídos sordos al clamor del departamento y continúa adelante con su plan de hacer el Censo el 2024, un año antes de las elecciones nacionales, con lo cual los resultados del levantamiento estadístico no serán aplicados ni en las proporciones de la distribución de participación política de las regiones, ni en la distribución de recursos según el criterio de población.

La Patria es de todos, como en una casa grande donde unos y otros hermanos son hijos iguales de los padres y con los mismos derechos, sin importar que unos salieran más altos o más morenos que otros; alcanzar una atención igualitaria para todos no debiera ser una concesión de nadie, sino apenas el ejercicio democrático, equitativo y respetuoso del mando de un país. Así como no sería justo celebrar el cumpleaños de unos y no de otros, tampoco es justo gobernar mirando a unos hermanos y de espaldas a otros. 

Aun así, con condiciones adversas para la construcción de un país donde impere la sensatez, el Estado de derecho, la justicia, el respeto por el otro, el derecho a salir de la pobreza, los bolivianos nos miramos cada 6 de agosto, nos reconocemos diversos, complejos y divididos, pero también capaces de superar estas adversidades históricas que por momentos parecen querer llevarnos al pasado, para levantar la mirar y soñar con un futuro de mejor y en paz. Y eso no es pedir demasiado. ¡Feliz día de la Independencia de la República de Bolivia!

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