Opinión

¿Fue el acuerdo Bolivia-Mercosur un mal negocio?

18 de abril de 2021, 5:00 AM
18 de abril de 2021, 5:00 AM

La política exterior y de integración de un país se construye y define tomando en consideración varios elementos de análisis, que buscan fortalecer el interés general del país y su proyección externa.

Para un país como Bolivia, situado en el corazón de América del Sur, la política de integración es de vital importancia. Su múltiple proyección hacia el Pacifico, la Cuenca del Plata y el Amazonas requiere que la misma sea dinámica, flexible y se base en una visión estratégica.

En el caso de nuestra incorporación al Mercosur como Estado Asociado, la decisión se basó en el contexto internacional y regional signado por la apertura de mercados y el impulso de la integración latinoamericana; las relaciones estratégicas de nuestro país con Argentina y Brasil (integración energética y acceso al Atlántico); la proyección del Mercosur como bloque económico con gran gravitación dentro y fuera de la región y, la necesidad de diversificar nuestra oferta exportable no tradicional. Un elemento fundamental en el proceso decisorio fue que esas negociaciones no afectarán nuestra membresía plena en la Comunidad Andina en cuyo relanzamiento, materializado a través del Protocolo de Trujillo de 1996, Bolivia fue un actor protagónico.

De esa manera, hay que entender que el ACE 36, negociado desde 1995, permitía un posicionamiento ventajoso del país en el proceso de conformación del espacio sudamericano de integración. Fue un gran logro, porque consintió al país mantener plenamente su membresía en la CAN y al mismo tiempo incorporarse al Mercosur sin aplicar el Arancel Externo Común y apuntalar de esta manera la convergencia sudamericana, que luego siguieron los demás socios andinos.

Nuestra calidad de Estado Asociado posibilitó también, que pudiéramos actuar en las diferentes instancias y reuniones de la estructura institucional del Mercosur, proceso de integración que a lo largo de su existencia abordó problemáticas que excedieron la esfera de lo político y económico- comercial e incluyeron una variedad de temas sociales, culturales, ambientales y de ciudadanía.

Fruto de esa labor, se lograron importantes avances en áreas como la educación, migración y la dimensión vecinal de la integración, entre otras.

A manera de ejemplos se pueden mencionar el “Acuerdo sobre Residencia para los Nacionales de los Estados Partes del Mercosur, Bolivia y Chile”, que permite obtener la residencia legal en el territorio de otro Estado Parte; el Protocolo de Integración Educativa y Reconocimiento de Certificados, Títulos y Estudios de Nivel Primario y Medio no Técnico entre los Estados Partes del Mercosur, Bolivia y Chile que permite la prosecución de estudios en otro Estado Parte y la Reglamentación del Régimen de Tránsito Vecinal Fronterizo entre los Estados Partes del Mercosur, Bolivia y Chile, instrumentos que benefician en particular, a nuestros migrantes y a los pobladores de las regiones fronterizas.

En cuanto al comercio, la diversificación de exportaciones que se había logrado en los mercados andinos y de los EEUU permitía avizorar similares resultados en Mercosur, con mercados vecinos a los que se les empezaba a exportar productos manufacturados e industriales (camisas, t-shirts, y otras prendas de vestir, baterías, pañales, entre otros), los que, con tratamiento preferencial, se expandirían.

De hecho, es interesante analizar cómo el país logró superar un perfil mono exportador de minerales hacia una mayor incidencia de las exportaciones de productos no tradicionales amparados en tratamiento preferenciales.

¿Por qué el Mercosur no tuvo el resultado comercial previsto?

Pese a que se negociaron preferencias arancelarias en el ACE No. 36 (acuerdo vigente desde febrero de 1997), éstas no fueron completamente utilizadas por Bolivia, pero sí se generó un comercio de productos no tradicionales.

Como efecto de la crisis financiera internacional, en 1998 el gobierno de Brasil devaluó el Real y, junto con los demás países de ese bloque, sufrió una profunda recesión y llevó adelante prácticas neoproteccionistas, que inviabilizaron algunas de las exportaciones no tradicionales al amparo del ACE 36. Por el lado positivo, fue en ese gobierno de FHC que se concretó el acuerdo de la construcción del gasoducto que permitió generar, junto con las exportaciones a la Argentina, cuantiosos excedentes que posibilitaron una situación de bonanza nunca antes observada.

A pesar de ello, la relación económica con el Mercosur y en particular con Argentina y Brasil se ha venido fortaleciendo. Hoy estos dos países son los mercados más importantes para las exportaciones de Bolivia, (31% aproximadamente para el año 2020), principalmente el gas natural.

Otros productos que se exportan al Mercosur son las bananas frescas, ulexita, plata, palmitos, urea, maíz, minerales de zinc, entre otros.

Por el lado de las importaciones ambos países también son importantes, representando en 2020 aproximadamente un 27% del total.

Los productos que importamos del Mercosur son principalmente bienes intermedios y de capital para el sector agrícola y construcción: Diésel, barras de hierro y fungicidas, entre otros. En virtud de las preferencias arancelarias acceden a nuestro mercado en condiciones más ventajosas mejorando la competitividad de esos sectores.

Es importante notar que el principal origen de nuestras importaciones es China (21%) país con el que no tenemos ningún acuerdo comercial y al que exportamos apenas el 5% del total, lo cual refleja deficiencias estructurales que van más allá de los acuerdos preferenciales.

La balanza comercial de Bolivia con el Mercosur fue deficitaria en el periodo 1992-2003 y del 2004 al 2015 fue superavitaria, principalmente por las exportaciones de gas natural a Brasil y a Argentina.

Lo lamentable es que los gobiernos subsiguientes pese a contar con recursos excedentes de exportación, no llevaron adelante las políticas de acompañamiento que se requieren para aprovechar las oportunidades comerciales, que consisten en las transformaciones productivas que dinamizan y fortalecen las ventajas comparativas que tiene el país. Se requieren también políticas explícitas en favor del sector exportador y mejorar la infraestructura y servicios de apoyo a la producción.

En ese marco es de esperar que, en el futuro próximo, para salir de la crisis actual, sea nuevamente el proceso de integración y la política exterior un instrumento útil para mejorar nuestro perfil comercial y el posicionamiento externo de Bolivia



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