Opinión

Impuesto a la riqueza

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30 de noviembre de 2020, 5:00 AM
30 de noviembre de 2020, 5:00 AM

Jorge Zogbi - administrador de empresas

Para sostener un Estado es ineludible la existencia del tributo, pero también sirve para redistribuir la riqueza que se genera en un país. De esa forma, los que más tienen pagan impuestos que llegan a los sectores que menos tienen, bajo la forma de políticas sociales.

Asimismo en tiempos de crisis y desempleo la política tributaria puede aportar de forma precisa cuando es pensada bajo el objetivo de incrementar la generación de empleo evitando impuestos vinculados al trabajo. Si el empleador paga sólo el sueldo neto al trabajador, se abaratan los costos laborales y se incentiva el empleo. A posterior se resolverá con otros ingresos lo que hoy se solventan con lo que el Estado descuenta directa e indirectamente a los empleadores y empleados.

En este contexto, es irrelevante cuánto gana una persona o una empresa, lo trascendente es si su actividad genera o no trabajos como aporte a la economía. Así los emprendimientos que utilicen intensa mano de obra deberían beneficiarse, mientras que aquellos que no, deberían aguantar mayor carga impositiva. De esta forma, el foco no está en la riqueza generada, sino en el empleo generado. Mientras que la generación de riqueza beneficia a los dueños del emprendimiento, la generación de empleo beneficia a la comunidad. Esto implica que las empresas que tienen mayor cantidad de empleados tributen menos impuestos a las ganancias que aquellas que tienen menos trabajadores. Así se impulsarían las actividades empresariales que tienen mayor dependencia de mano de obra y se combate eficazmente la informalidad.

En el caso del impuesto a la riqueza o impuesto al patrimonio, que técnicamente se entiende como un gravamen a los activos menos las deudas, hay quienes sostienen que esta iniciativa tendría consecuencias económicas negativas, incluidos peligrosos efectos en la inversión y el empleo. Además, para que funcione, debe ser acompañado de regulaciones internacionales que eviten la fuga de capitales a paraísos fiscales y controlen el riesgos de la elusión y evasión tributaria. También debe tomarse en cuenta la dificultad en su determinación, control y recaudación, por lo que aparecen automáticamente los distintos modos de eludirlo o evitarlo.

Las experiencias de su implementación resultaron tan difíciles que es probablemente la causa del por qué en Europa varios países lo han eliminado y actualmente el impuesto solo subsiste en España, Noruega, Suiza y Bélgica; en tanto que en América Latina solo lo aplican Colombia, Uruguay y Argentina.

* El impuesto a la riqueza es distinto al impuesto sobre la renta, el cual se cobra según los ingresos de una persona y no por su riqueza acumulada.

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