10 de julio de 2022, 4:00 AM
10 de julio de 2022, 4:00 AM


En Argentina, el tipo de cambio se devaluó; es decir, que ahora se necesitan más pesos para comprar un dólar. En el mercado oficial, un Washington se cotiza a 126 pesos argentinos. En el blue, el mercado negro, la divisa estadounidense llega a 270 pesos. Además, la inflación alcanzó un 60% al año. Estos son apenas dos desajustes macroeconómicos de la profunda crisis argentina.

¿Cuáles son las posibles consecuencias de estos desajustes en Argentina en la economía boliviana?

Primero, la devaluación del peso argentino aumenta el comercio legal e ilegal. Se necesita tan solo 1 Bs para comprar 19 pesos argentinos.

Segundo, la inflación y los desajustes cambiarios estarían empujando, a los ciudadanos fronterizos de la hermana República de Argentina, a usar los Bolivianos ( Bs) para las compras e inclusive para ahorrar.

Ambos fenómenos son antiguos, en especial, para alguien que vivió buena parte de su niñez y primera juventud en el diamante que se pule solo: Villazón y estudió en la afamada Villazón Business School.

Desde muy joven conocí los misterios del comercio internacional, de la ciencia del contrabando y del vaivén del tipo de cambio.

Algunas veces, degustábamos en mi mesa el famoso bife a la James Bond de carne altiplánica: frío, duro y con nervios de acero y de postre teníamos manzanas acarameladas. En ambos casos, los dentistas de Villazón trabajan el doble. Pero abruptamente, aparecía, en mi menú familiar, un suculento bife de chorizo que se deshacía de sólo mirarlo, y de sobre mesa, nos servíamos los deliciosos alfajores con dulce de leche. La magia de la devaluación nos cambiaba de vaca.

Algo similar ocurre en la actualidad. El tipo de cambio real está apreciado en Bolivia y el peso argentino se ha devaluado. La tormenta perfecta: los productos argentinos se tornan muy baratos. El comercio legal y el contrabando aumentan significativamente.

Nos invaden el vino argentino, el dulce de leche, todo tipo de enlatados, la carne (esto es muy bueno), los fideos, inclusive los helados Sancor. Pero también entran de manera legal e ilegal el diésel, gasolina y la harina de trigo. De pasada, cabe recordar que de cada 10 panes, siete son elaborados con harina argentina. En 15 años de modelo de desarrollo endógeno no se pudo incrementar la producción de trigo nacional. La soberanía alimentaria se quedó en las arengas de los nuevos dueños del poder. Su marraqueta tiene alma gaucha. ¡Ché copete! ¡No seas canejo!

Es altamente probable, que, en algunos meses, la inflación en Argentina se coma la devaluación y vuelva la normalidad en las fronteras.

¿Y qué le vendemos a los vecinos? El 90% es gas natural y bananas. Si excluimos este hidrocarburo, Bolivia registra un enorme déficit en la balanza comercial bilateral con Argentina. El aumento del contrabando de bienes desde la Argentina impacta la industria nacional.

Debido al aumento de la inflación en Argentina y la devaluación del peso argentino frente al dólar, en las fronteras con el vecino país, los oriundos de la hermana República de Argentina estarían prefiriendo usar Bs para hacer compras y en algunos casos, para ahorrar su riqueza. Estas son informaciones muy interesantes, aunque anecdóticas. Pero al parecer, uno en La Quiaca e inclusive en Jujuy, puede pagar un asado de tira y de costado en Bs. Y con lo que uno paga un sándwich de chola puede comprar tres milanesas en el Palacio de la Papa Frita en Buenos Aires. Isidorito Cañones, Marcelo Tinelli y Moria Casán ahorran en Bs.

Ahora bien, es probable que los hermanos argentinos usen la moneda nacional para comprar, en Villazón o Yacuiba, electrodomésticos chinos y los más despiertos compran dólares. Sin duda son personas racionales, saben que la inflación en Bolivia a 12 meses (junio del 2021 a junio del 2022) es tan sólo del 1,79%.

Me cuentan que un sano patriotismo monetario anida en los sufridos pechos de mis coterráneos de Villazón y Yacuiba. Los más cancheros, se están dando el gustito de mirar de arriba a los gauchos. Hasta aquí, están buenos los chascarrillos. Pero ojalá que a nadie se le ocurra, en el marco de la hermandad revolucionaria, pagar por el gas en Bs, o en alfajores, harina o cremalines. En los ochenta, hubo pago del energético en especie.

Ahora no sería descabellado que, en breve, de los creadores de tenemos los mejores indicadores de América Latina, no lo decimos nosotros, sino el FMI y el The Economist salga, la nueva buena: el mundo ahora ahorra en Bs. Comenzaron los hermanos y compañeros argentinos. El siguiente paso es que la unidad de Latinoamérica monetaria y revolucionaria será en base a la moneda nacional.

Gonzalo Chávez Álvarez es Economista  

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