3 de agosto de 2024, 4:00 AM
3 de agosto de 2024, 4:00 AM


La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, acaba de asegurar su nominación como candidata a la Presidencia por el Partido Demócrata, tras ganar el apoyo de suficientes delegados antes de la convención nacional del partido. Así, Harris se convierte en la primera mujer de ascendencia negra y asiática en conseguir la nominación en uno de los dos partidos más importantes del país.

Ahora, la contienda electoral entre Demócratas y Republicanos adquiere un matiz muy diferente a solo tres meses de las elecciones. El candidato republicano Donald Trump disfrutaba de una significativa ventaja en las encuestas de intención de voto frente a un frágil presidente Joe Biden, quien finalmente decidió dar un paso al costado y respaldar a su ‘vice’ Harris como su reemplazante.

La ventaja de Trump incluso se acrecentó tras el atentado contra su vida. Los republicanos lo proclamaron héroe en su convención, y en medio de la euforia se confirmó a J.D. Vance como su compañero de fórmula, un joven político que encarna la continuidad del trumpismo y su movimiento MAGA (Make America Great Again). Parecía casi seguro que Trump iba a derrotar a Biden.

Sin embargo, los republicanos no contaban con un cambio de candidato en el bando rival.

Kamala Harris comenzó en desventaja por ser la vicepresidenta, tradicionalmente considerada como la quinta rueda del carro, y por ser representante de minorías que nunca se han probado en estas instancias de la carrera electoral. Pero pronto, su vitalidad y carisma empezaron a convencer a los miembros más influyentes de su partido hasta consolidar su nominación. Esto también le significó una racha de popularidad frente al electorado, pues ahora las encuestas muestran que la ventaja republicana se ha reducido.

Trump y Vance no estaban preparados para este cambio. En lugar de centrarse en sus propuestas electorales, prefirieron descalificar a su nueva contrincante. Trump tildó a Harris de loca y perversa, y afirmó, falsamente, que ella inicialmente se definía como india, pero que ahora se consideraba negra solo para conquistar a la población de color del país. El joven Vance fue aún más radical en su ataque a Harris, afirmando que una mujer sin hijos biológicos, como ella, no podía sentir como propio el futuro de su país.

Los insultos han sido bien capitalizados por Harris, quien ha criticado el discurso confrontacional y divisionista, muy característico de los republicanos en esta era del trumpismo. Claro que eso no bastará para inclinar la balanza a su favor. Después de todo, muchos electores negros e hispanos abandonaron en masa a los demócratas cuando Biden era el candidato. Harris tiene que reconquistarlos sin ahuyentar, por ejemplo, a los obreros blancos que pueden inclinarse para un lado o para el otro.

La conquista del voto es tremendamente segmentada en Estados Unidos. Harris puede sumar algún apoyo adicional si elige a un compañero de fórmula que complemente y no compita con lo que ella representa. Por ello, es muy probable que se decante por un candidato a vicepresidente que sea hombre, de raza blanca y que provenga de un estado no tan liberal y demócrata, como California. Hasta la guerra en Gaza es un tema sensible para el electorado, lo cual probablemente descarte como acompañante a un gobernador de origen judío.

Ojalá que los candidatos de ambos partidos dejen de lado los ataques personales, raciales y religiosos y se concentren en las políticas que adoptarán si llegan a la Presidencia. Lo que suceda en esta primera potencia mundial tiene un efecto significativo en el resto del mundo. Para Latinoamérica, los temas migratorios y económicos son de suma importancia. Incluso Bolivia, que ha rechazado tener una relación amistosa con la potencia del norte, debería prestar mayor atención al cambio de guardia en aquel país, tratando de ver oportunidades para los bolivianos en lugar de amenazas.

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