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29 de agosto de 2019, 4:00 AM
29 de agosto de 2019, 4:00 AM

Aumentan las preocupaciones sobre la posibilidad de un boicot a los productos brasileños por parte de los compradores con conciencia ecológica

Las principales compañías y grupos comerciales brasileños se han unido a la protesta mundial por los crecientes incendios forestales en la Amazonia conforme aumentan las preocupaciones de que la crisis ambiental pueda afectar los negocios.

Muchos de los incendios que han estado arrasando a través de franjas de la selva tropical más grande del mundo son estacionales. Pero se cree que algunos han sido iniciados ilegalmente por ganaderos interesados en limpiar tierras y quienes, según los analistas, se han sentido envalentonados desde la elección del presidente Jair Bolsonaro el año pasado.

El líder brasileño favorece la apertura de la Amazonia a la actividad comercial.

Bolsonaro ordenó a los gobiernos locales en las regiones afectadas que tomaran medidas de emergencia y envió al ejército a combatir los incendios, después de culpar inicialmente a los grupos sin fines de lucro por iniciar los incendios y discutir con el presidente francés Emmanuel Macron, quien alegó que el presidente brasileño había “mentido” sobre las promesas ambientales para Brasil. Sin embargo, esas medidas han hecho poco para detener la ola de descontento en todo el mundo; las empresas brasileñas -muchas de las cuales corren el riesgo de sufrir un boicot- se han unido a los críticos.

Muchas empresas brasileñas, especialmente en el enorme sector de la agroindustria, sienten que están siendo perjudicadas injustamente por las acciones de agentes ilegales o inescrupulosos que operan en la región amazónica escasamente poblada y poco vigilada. Temen que la crisis provoque una pérdida de competitividad o incluso boicots conforme los compradores con conciencia ecológica dejen de comprar los productos brasileños.

Esas preocupaciones se intensificaron el viernes cuando Finlandia, que ocupa la presidencia rotativa de la Unión Europea, le pidió al bloque que examinara la posibilidad de prohibir la carne de res brasileña. Marcello Brito, jefe de la Asociación Brasileña de Agroindustria, les dijo a los medios locales que un boicot a los productos brasileños era “cuestión de tiempo”.

Gran parte de la culpa de la tala ilegal se les achaca a los ganaderos de baja productividad. Históricamente, también los productores de soya desempeñaron un papel importante, aunque la imposición en 2006 de una moratoria global sobre las compras de soya cultivada en tierras deforestadas ha ayudado a abordar el problema.

Tereza Cristina, la ministra de Agricultura de Brasil, defendió la semana pasada la respuesta de la nación a los incendios, diciendo que a Brasil no le eran ajenas las preocupaciones mundiales.

Sin embargo, para muchos en Brasil, la reciente crisis ha sido exacerbada por el lenguaje belicoso de Bolsonaro, quien se ha enfocado en atacar a los críticos en lugar de siquiera ofrecerles apoyo retórico a las áreas afectadas.

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