10 de abril de 2022, 9:20 AM
10 de abril de 2022, 9:20 AM

En estos días se festejan los 54 años de la Casa de la Cultura.

Cuando se habla del modelo cruceño de desarrollo se habla del Comité de Obras Públicas, del Plan Regulador, de las cooperativas de servicios y de CAO y Cainco, pero nunca se menciona el otro componente original que los cruceños inventamos para avanzar: La Casa de la Cultura, creada por el Gobierno Municipal como institución autónoma manejada por un directorio en el que estaban representados todos los sectores de la sociedad civil involucrados en la cultura.

La Casa fue creada por un alcalde visionario, militar y vallegrandino: Hernán Castro Villazón, quien creó la Casa como institución autónoma a la cual le cedía el edificio además de comprometerse a dar un aporte anual para su funcionamiento.

Para su trabajo como alcalde, Castro Villazón tuvo además el acierto de rodearse de valiosas personas como Elías Ortiz, Noel Kempf, Sergio Antelo, Marta Elcuaz y Lorgio Vaca, entre otros.

Las principales bases conceptuales para la Casa las aportó Gunter Holzman y se creó un “comité organizador” responsable de ponerla en marcha. El Comité organizador que conocí estaba presidido por don Hernando Sanabria y compuesto por un valioso grupo de ciudadanos que conformaban la dirigencia cruceña de la época, entre los que recuerdo a personajes de la talla de Liders Pareja, Juan Franco Suárez, Germán Coimbra, Noel Kempff, Lorgio Vaca, Jorge Valdez Loma y otros que olvido. Los arquitectos Antonio Marco y Mario Ribera eran, además, los responsables del proyecto de remodelación del edificio.

Fui invitado a participar de este comité organizador, y lo señalo porque quiero destacar, una vez más, como pensaba y como operaba nuestra dirigencia, la de los años 60. No preguntaba partido, ni si eras del club social o del círculo de amigos o la comparsa. A los jóvenes que llegábamos con estudios concluidos y con ganas de trabajar, esa camada de notables con una actitud de generosidad y visión nos reclutaba de inmediato, porque sabían que el futuro necesitaba de esa gente joven y formada. Yo conocí esa actitud y ese apoyo en el Comité de Obras Públicas, en el Consejo del Plan Regulador en Cordecruz. Y en la Casa de la Cultura.

La Casa de la Cultura nació autónoma, pero lamentablemente fue posteriormente municipalizada en el auge del municipalismo político.

La organización de grandes eventos, como Sombrero de Saó, sus políticas de apoyo a los artistas e investigadores, de apertura hacia los barrios alejados con centros culturales y bibliotecas, de contactos internacionales y de investigación de lo nuestro fueron un componente esencial del modelo cruceño de desarrollo, que lamentablemente la “modernidad instrumental” de empresarios y políticos ha dejado de lado. La tarea ahora es recuperar la dimensión cultural que tuvo el modelo cruceño y que se encarna en esa entrañable institución.



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