13 de marzo de 2023, 4:00 AM
13 de marzo de 2023, 4:00 AM

Desde que el MAS asumió el poder en enero del 2006, con una economía que empezaba a despegar producto de los contratos de venta de gas a Argentina y al Brasil firmados, asegurados y financiados durante la demonizada “etapa neoliberal”, no habíamos vivido una situación de incertidumbre como la que enfrentamos hoy.

Entendiendo esta como la falta de confianza o certeza sobre lo que se viene, sobre el futuro que nos espera y, sobretodo, por el tratamiento tan superficial que está haciendo el Gobierno de una crisis tan profunda y estructural como la que se nos viene.

No es la escasez de dólares el problema de fondo, es que el modelo económico creado desde el año 2006, asegurado súper estructuralmente el 2009 con la nueva Constitución y el agotamiento del sistema rentista del país, de vivir de los ingresos del gas sin llegar a una diversificación de los excedentes ha hecho aguas.

Normalmente los países gobernados bajo el esquema político y económico del Socialismo del Siglo 21 entran en crisis cuando los ingresos generados por las materias primas se agotan o fluctúan en el mercado internacional. Sucedió con Cuba y su dependencia del monocultivo de la caña de azúcar, con Venezuela y su exclusiva dependencia del petróleo, y está sucediendo con Bolivia porque el gobierno de Morales y Arce, no fueron capaces de cuidar lo que le había dejado los gobiernos anteriores al 2005, un país confiable en hidrocarburos, contratos de venta de gas con nuestros mercados naturales, confianza de las empresas extranjeras para respetar su inversión, una Ley de Hidrocarburos que nos garantizaba el 50% de los ingresos en boca de pozo del gas y del petróleo.

Pero, claro como había que matar a lo neoliberales, no solamente en lo político, sino que había que demonizarlos en lo económico, empezaron a hacer experimentos que ahuyentaron los capitales extranjeros, impidieron seguir con la exploración y búsqueda de nuevos pozos de gas y petróleo, y se corrió la voz en los mercados de capitales internacionales que Bolivia no era un país confiable, que su gobierno no es serio, que están dispuestos a estatizar su economía y eso es la peor noticia para un país que por su grado de desarrollo en industrias estratégicas, necesita del capital extranjero para desarrollarse y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Con los 55.000 millones de dólares que recibieron no fueron capaces de mejorar la calidad de vida de los bolivianos, no hicieron en el país lo que Santa Cruz hizo como una política departamental de largo plazo. Cuando empezamos a recibir las regalías petroleras la consigna fue “sembremos las regalías”, sólo ese concepto, más una confianza sobre nuestro futuro hizo de Santa Cruz en 50 años el departamento más exitoso de Bolivia.

No, ellos no podían copiar ese modelo. Se dedicaron a hacer canchitas de pasto sintético, construir estadios donde no hay equipo, aeropuertos donde no hay aviones, ingenios azucareros donde no se siembra caña, fábricas donde no hay mercado, se compraron aviones para el presidente y para el vicepresidente porque la seguridad cubana les aconsejó que nunca viajaran juntos. La paranoia de Fidel Castro le costó dinero a Bolivia.

Hoy la gente está inquieta y con razón. Unos creen que estamos camino a la ‘argentinización’, con cambio paralelo y con diferentes tipos de precio del dólar. Tengo la impresión que el Gobierno aposto a que el flujo de dólares del mercado informal e ilegal, como el contrabando y el narcotráfico, sostengan una estabilidad pegada con chiclets. No entienden que nada hay más cobarde que el dinero, sino pregúntenle a su diputado José Rengel Terrazas que expatrió 51 millones de dólares en diversos países mientras el pueblo hace cola de un día completo para recibir del banco menos de 2.000 dólares de sus ahorros o a los miles de empresarios que tienen que cumplir sus obligaciones con sus proveedores del exterior y no pueden hacerlo por falta de la divisa.

Cuando mezclas incapacidad política, desconocimiento económico, agresividad con la región que puede sostener la estabilidad del país, y tu principal opositor es tu implacable jefe del partido de gobierno que tiene secuestrada a la mitad de tu bancada, estamos caminando hacia una inestabilidad de imprevisibles consecuencias. Estamos a tiempo de mejorar, a la gente le interesa, pero parece que al Gobierno no.

 



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