27 de mayo de 2022, 4:00 AM
27 de mayo de 2022, 4:00 AM


Los bloqueos siempre, ¿hasta cuándo? Los países exitosos han logrado construir un consenso alrededor de la importancia de la economía de mercado como generadora de progreso, pero lo han hecho entendiendo dos cosas: primero, la libertad no es gratis, requiere esfuerzos económicos, intelectuales y trabajo intenso; segundo, y como decía Thomas Jefferson, “el precio de la libertad es su eterna vigilancia”; esto no es cuestión de despertarse cada cinco años, o solo cuando está amenazada, la libertad económica debemos cuidarla todos los días, sin descanso.

Los enemigos de la libertad se aprovechan de esto para aplicar con éxito su estrategia, que sin duda es de largo plazo. Han entendido que para destruir la libertad hay que impactar la mentalidad de las personas, que esto se trata de una batalla cultural y que los cambios profundos en la forma de pensar de los ciudadanos solo se logran en largos periodos de tiempo, trabajando como hormigas sin rendirse, ni distraerse por los eventos coyunturales.

Con éxito desde hace varias décadas los promotores de las ideas antiliberales se han tomado la educación, empezando por los colegios, los niños desde pequeños reciben formación anti, continúan en las universidades donde se aprovechan de las sensibilidades sociales de los estudiantes para convencerlos de ideas como la de que el capitalismo es responsable de la pobreza y la desigualdad, cuando la evidencia en realidad, demuestra lo contrario. No paran ahí, históricamente se han tomado los medios de difusión cultural: la música, el teatro, el cine y la televisión. 

Revisemos los guiones de las telenovelas en Latinoamérica para corroborar que en la mayoría el empresario es el villano y la única forma de enriquecerse no es trabajando duro y ahorrando, sino haciendo actividades poco éticas. Recientemente, se tomaron las redes sociales que están llenas de contenido antiliberal, antiempresa, y que promueven el odio de clases. Los enemigos de la libertad no se distraen con el corto plazo, tienen recursos, tiempo y paciencia para cambiar a la sociedad de abajo hacia arriba.

Pese a todo esto, los “anti” que hoy son el oficialismo en nuestro país, que han impuesto una cultura y al mismo tiempo un culto al bloqueo de carreteras, hemos crecido, hemos logrado desarrollar las Tierras Bajas del Este, el Norte Integrado, los Valles Cruceños, la agroindustria se ha consolidado y las exportaciones de productos no tradicionales han crecido año a año.

En nombre del cambio, los oficialistas han querido confundir a la población colocando algún tipo de etiqueta alocada como “oligarca” o “vende patria” a todos los empresarios bolivianos que pese a las circunstancias han invertido, han generado empleo y especialmente han pagado sus impuestos, siguen trabajando e innovando. 

Esta columna en más de una oportunidad se ha referido a los bloqueos de carretera condenándolas y señalándolas como una de las peores armas en contra de la libertad de los individuos, pero cuando estos bloqueos son incentivados por líderes del mismo oficialismo vemos con absoluta claridad que lo que se pretende es desarmar al aparato productivo nacional y condenarnos a mantenernos como un país pobre y pordiosero.

Defender la libertad en todos sus ámbitos es una tarea de todos los días y en todos los frentes. Me apena pensar que cuando me toque, en mi lápida esté inscrita: “Aquí yace un ciudadano que nunca disfrutó de la libertad”.

Tags