24 de abril de 2022, 4:00 AM
24 de abril de 2022, 4:00 AM

Para comenzar esta mestiza columna quisiera citar al gran antropólogo brasileño, Darcy Ribeiro, que a propósito del mestizaje del vecino país decía: “Nosotros, los brasileños somos un pueblo en ser, impedido de serlo. Un pueblo mestizo en la carne y el espíritu, ya que aquí (Brasil) la mezcla no fue ni un crimen ni un pecado. En la mezcla fuimos hechos y aún continuamos haciéndonos. Esta masa de nativos, oriundos del mestizaje, vivió por siglos sin la conciencia de sí mismo, hundida en la “ninguendade” o “nadiedad”. Por lo tanto, así fue hasta que se definió como una nueva identidad étnica y nacional, conocida ahora como: los brasileños”.

El Censo 2022 podría ser una oportunidad para reafirmar la identidad nacional boliviana a partir de la diversidad, a partir de reconocernos como mezcla de espíritu y cuerpo, siguiendo las ideas de Ribeiro. Entre tanto, el Censo no tiene el objetivo de sacar una fotografía económica, social y poblacional, que después ayude a la construcción de la políticas públicas, más bien, es una forma de imponer una narrativa ideológica forzando el dato estadístico. Torturando a la realidad para que se alinee a la consigna política. De hecho, desde el poder ya se ha decretado que Bolivia es un “pueblo indígena originario campesino”. Fin de discusión. Por lo tanto, en este acápite, el Censo es una pantomima política. Otro fraude donde si la mayoría se autodefine como “ninguno” dirán que es un golpe de los nadies.

En la boleta censal no estarán los mezclados, los mestizos, los cholos, los cruzaditos, los de aquí y de allá, los híbridos y/o aquellos que tuvieron algún origen en la colonia o en otras latitudes de este inmenso planeta. A estos grupos se les pretende aplicar la ley del silencio estadístico. Simplemente, ya no existen para la épica del proceso de cambio.

Frente a la imposición de los dueños del poder, en mis redes sociales hice el siguiente ejercicio. Imaginar una boleta censal con una casilla vacía donde las personas puedan autodefinirse en términos étnicos, culturales o en aquellas características que ellos consideren conveniente. Decenas de amables amigas(os) respondieron al pedido. A continuación transcribo las varias alternativas propuestas, no sin antes agradecer a cada uno de ellos por la creatividad y el humor frente el estalinismo estadístico.

Las autoidentificaciones mezclan de todo, cualidades, atributos físicos o espirituales, características regionales, colores de piel, malicias de pueblos, y uno que otro prejuicio. Bueno, estimado lector, asegúrese los cinturones que se viene un torbellino de opciones de la Bolivia multipluritutifruti.

Comencemos por el género femenino, ellas se identifican como morenas atrevidas de fin de semana. Otras se ven como birlochas macanudas de taco alto y medias Textilón. También aparecen las criollitas manteca, que supongo dieron origen a la expresión popular “¡No te calientes Manteca¡. Este bistec no es para ti”. O rubia caima, o rubia raíces negras que, coquetas, lucen su peinado Max Factor.Una otra ciberciudadana orgullosa se autocalificó como una chola barroca de gruesas y ornamentadas columnas. Otra se dice una imilla desteñida, otra se ve como una collita poliglobúlica. Del sur de Bolivia, alguien levantó la voz y dijo que quiere ser identificada como chura mina de andar ondulado, o la china alzada, alzada no sé de dónde y china no sé por qué. Desde los valles de Cochabamba se identificaron como las miskibesos, un grupo casi en extinción.

En el género masculino cabe resaltar aquellos, que a pesar de los tiempos de cambio, siguen insistiendo en ser culitos blancos, chocos sexies, yankillockallas, laris de Viena, kara bronceado api, cachamozo de esquina, blanquito acomplejadito que trabaja en una ONG, los penúltimos jacobinos light. Otros claman a los cuatro vientos: “Ni ario, ni originario….extraordinario”. Algunos quieren ser conocidos por sus intenciones, buenas y malas, dependiendo de las perspectiva con que se los analice, como los diferentes tipos de negros, a saber: bandidos, cumplidores, desteñidos, bandoleros, q’asa ventana, o azulados. Negro agringado, conocido también como Blackberry. O aquellos que mezclan región con actitud como los chuta cholleros, el pepino carnavalero oriundo de Oruro, funcionario público masista, en suma todos los wistulife, o de vida torcida. Otra etnia criolla son los “quenchas”, que nacieron estrellados, conocidos también como palo de gallinero. También están aquellos de origen probablemente brasileño como el cholo apretao, el camba letrao y el chapaco alzao, ¡Oh haya corazao¡ Finalmente, están aquellos que se declararon huérfanos de etnia y ancestralidad, a los cuales habría que adoptarlos. Y los sin humor ni etnia que, enojados escribieron que solo eran bolivianos (as) y punto. En suma, frente al ninguneo, humor subversivo.

Esta omisión estadística está provocando una verdadera revolución de los mezcladitos, los cholos espesos del buen vivir y los cunumis de mejor proceder que, provocados ahora, soltaron su voz en las redes sociales y la opinión pública. Ellos sostienen, siguiendo a Ribeiro, que “la mezcla no fue ni un crimen ni un pecado”. En el mestizaje se construyó un nuevo pueblo en base a una enorme diversidad. Es decir, la nación mestiza y compleja: Bolivia.


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