13 de mayo de 2022, 4:00 AM
13 de mayo de 2022, 4:00 AM


La Policía boliviana, que tiene el supremo lema “Contra el mal por el bien de todos”, es la principal fuerza de la seguridad del Estado Plurinacional; fue creada en 1826 por el Mariscal Antonio José de Sucre, que tiene la misión específica de la defensa de la sociedad y la conservación del orden público en el territorio nacional y cuenta con un aproximado de 40 mil efectivos. Además de lo anteriormente citado, tiene una cuerpo especializado de lucha contra el narcotráfico, investigación criminal y que hoy es comandada por un General que tiene el nombre de Máximo Jhonny Aguilera, con seguridad pasa por su peor momento histórico.

No es que antes de la denuncia de robo de autos comandada por un jefe de la Policía, por propietarios de vehículos del vecino país Chile y que ha llegado a ser la noticia más bochornosa de la institución verde olivo, esta institución no nos hubiese avergonzado pública e internacionalmente.

Hay más de un centenar de historias que se alejan de los principales valores éticos y morales de los miembros de la Policía que están vinculadas al narcotráfico, por ejemplo, la más emblemática sin duda, fue el apresamiento en un país extranjero, con una carga de cocaína, a nada menos que al exjefe de la Felcn (Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico), un tal General Sanabria.

La Dirección de Prevención de Investigación de Robo de Vehículos (Diprove) es otra división que siempre sorprende -como es el caso reciente- por la gran corrupción de sus jefes al haberse encontrado nexos con el robo de vehículos y los vínculos de estos delitos con el narcotráfico, donde se intercambian vehículos robados por droga incautada al narcotráfico, la misma que sirve para financiar operaciones y el lavado de dinero.

A Jhonny Aguilera todos lo recuerdan como el brazo ejecutor de los apresamientos del triste episodio de persecución política denominado caso Rózsa , donde bajo las órdenes que se emitían desde las oficinas de altas autoridades políticas de ese tiempo, se apresó a inocentes, se extorsionó a muchas familias y muchos políticos opositores al régimen del MAS salieron del país buscando asilo político. Por eso y seguramente por algunos otros méritos no castrenses, Aguilera ocupa el mando general de la Policía Boliviana, y lo que es peor, bajo estos actos de flagrante corrupción que se campea bajo sus narices sale a hacer declaraciones que en vez de ser apegadas únicamente a lo que manda la ley, distorsiona, miente y alcahuetea a los responsables del grupo mafioso de la Policía que se dedica a robar autos en Chile y a venderlos en Bolivia.

Qué vergüenza.

Aguilera, además de faltar a la verdad, se anima a hacer declaraciones asegurando que la Policía Boliviana es mejor que el FBI (de Estados Unidos) y lo dijo esta semana ante una comisión del Parlamento, por más de tres meses esta investigación estuvo encriptada hasta que el 1 de mayo el canal chileno Meganoticias divulgó un reportaje que afirma que una gran parte de los autos que logran recuperar están en manos de militares, policías y hasta políticos. Hugo Bustos, que es director de una ONG que se dedica a rescatar vehículos robados, ha llegado a señalar algo que todo el mundo sabe y nos hacemos los “opas”, que México Chico, ubicado en Chapare, es un lugar “donde la Policía no pone un pie”.

Hay cosas que en la vida quisiéramos olvidar, pero este tema de la Policía y su papel ignominioso, por el bien de la sociedad debe ser señalado por todos para que por lo menos tengamos la sensación de que el policía que está en la esquina no nos va a robar, asaltar o asesinar.

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