19 de octubre de 2024, 7:48 AM
19 de octubre de 2024, 7:48 AM

Según el Diccionario Enciclopédico Cruceño de nuestro siempre recordado Germán Coimbra Sanz, el cola de peji (Pr. cola ‘e peji) es un látigo trenzado de tres ramales que se adelgaza en la punta. Debe su nombre al parecido con la cola del armadillo llamado peji. Es un instrumento de castigo que inspira respeto y temor por el dolor intenso que su latigazo causa a quien lo recibe.

A propósito, en una de las últimas sesiones del Concejo Municipal de la urbe cruceña, su presidenta Silvana Mucarzel sacó de su bolso y mostró un cola ‘e peji “para dar una lección a los funcionarios corruptos” que le causan  grave daño económico a la administración municipal. Al mismo tiempo, anunció la conformación de una comisión de las diferentes bancadas del Órgano Legislativo para investigar y hacer un seguimiento de los hechos denunciados hasta su esclarecimiento total. También se realizarán gestiones ante la Controlaría General del Estado para que inicie, a partir del próximo lunes, una auditoría especial sobre el conducto de las recaudaciones en la zarandeada Comuna.

La corrupción atenaza desde hace tiempo bastante largo a la administración edilicia cruceña, sin que se hubiesen realizado los esfuerzos necesarios y suficientes para su erradicación de raíz. Una mezcla de impunidad y complicidad impide el avance de las indagaciones para encontrar la luz al final del túnel y sancionar a los funcionarios corruptos que, ante la falta drásticas sanciones por ‘meter la mano en la lata’, parecen reproducirse como hierba mala.

Uno de los últimos hechos relacionados con las oscuras prácticas administrativas y que levantaron una polvareda de escándalo, ha tenido que ver con la supuesta manipulación informática en la Secretaría Municipal de Administración Tributaria y cuyo cierre inmediato dispuso el alcalde Jhonny Fernández. No era para menos porque el bullado caso es considerado como uno de los más graves en varios años, por las millonarias pérdidas ocasionadas al erario de la comuna por inescrupulosos funcionarios de alto rango que desviaban dineros a destinos aún no identificados. La manipulación del sistema también permitió que contribuyentes deshonestos y corruptos paguen menos impuestos que los que corresponde. Hasta la conciencia ciudadana ha sido desvirtuada y manchada bajo intolerables y penosas circunstancias.

 Casi al mismo tiempo, tomó dominio público otra irregularidad que salpica la gestión de Fernández: El traslado aparentemente irregular de una importante cantidad de losetas retiradas de calles y avenidas de la ciudad para ser depositadas en predios privados. La orden fue emitida, presumiblemente, por el secretario de Obras Públicas y cuya suspensión fue recomendada por el Concejo Municipal al Ejecutivo, mientras se investiga el caso.

Es de esperar que el latigazo contra la corrupción enquistada en la administración municipal no quede en el anuncio, en simple advertencia y que, por el contrario, la comisión de concejales conformada al efecto, cumpla desde el primer día y sin excusas, su cometido de barrer con todos los funcionarios ‘maleantes’ de uñas largas y que se consideran dueños de lo ajeno.

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