4 de febrero de 2023, 4:00 AM
4 de febrero de 2023, 4:00 AM



Bolivia ha activado el sistema de emergencia zoosanitaria ante la detección de cuatro brotes de gripe aviar en el departamento de Cochabamba. Hasta el momento, los municipios afectados son: Sacaba, Quillacollo, Cliza y Tiquipaya.
Según el informe oficial del Senasag, el contagio se debe al contacto de aves de crianza tradicional o familiar con aves migratorias, debido a los escasos controles y medidas de protección.

El daño que sufren los productores avícolas es evidente. Decenas de miles de aves han sido sacrificadas, lo que implica una pérdida económica inevitable que debería ser subsanada de alguna forma.

Afortunadamente, los actores de sector público y privado han reaccionado a tiempo y se han activado los rastrillajes necesarios para evitar nuevas contingencias que, sin embargo, podrían presentarse en cualquier momento.
También se ha aclarado que el contagio a personas es muy poco probable y que en caso de producirse no representa un riesgo de vida ni de propagación del virus, por lo que no deberían generarse alarmas innecesarias. Asimismo, se ha aclarado que no existe transmisión de la enfermedad por el consumo de pollo o huevos.

En términos generales, podría decirse que la situación está bajo control; sin embargo, es pertinente plantear algunas inquietudes: en primer lugar, en un reporte de noviembre de 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que Europa sufre el peor brote de este virus de alta patogenicidad desde 2011, y en América se han detectado brotes en Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos de América, México, Perú y Venezuela. En consecuencia, es razonable plantear que Bolivia debe mantener la alerta y emplear todos sus recursos técnicos y humanos para actuar a tiempo ante posibles nuevos brotes.

En segundo lugar, es imprescindible una adecuada campaña de orientación a la ciudadanía para combatir las noticias falsas y virales que se propagan por redes sociales relacionadas sobre todo con inexistentes riesgos de contagio por el consumo de alimentos o la aparición de brotes y consecuencias extrañas. Y esa campaña va mucho más allá de un par de declaraciones o notas de prensa.

En tercer lugar, la carne de pollo y los huevos son alimentos de primera necesidad y de alto consumo en los hogares bolivianos. En ese contexto, es necesaria una adecuada coordinación entre productores, distribuidores y comercializadores para evitar cualquier especulación que afecte la economía.

En resumen, no se puede minimizar esta amenaza que causa preocupación en la región, en Europa y en OMS. Como sabemos todos, la economía boliviana es muy sensible a estímulos como la escasez e incertidumbre provocadas por problemas de salud y/o abastecimiento, y esos escenarios la sufre más la población de escasos recursos.

Como se mencionó anteriormente, la respuesta inicial a este problema fue una positiva coordinación entre el sector público y privado, y esa debería ser, en todos los casos, la mejor respuesta para todas las emergencias. Ojalá que llegado el momento no se politice este problema y se impongan prejuicios, rencores regionales y miserias políticas. Estamos frente a una amenaza real. Ignorar o minimizar el riesgo sería irresponsable y absurdo.