Los últimos quince meses
Una de las frases más virales en redes sociales es: “no diré nada, pero habrá señales”. En materia económica, el Gobierno nacional se niega a utilizar la palabra crisis; pero ciertamente, hay señales. El síntoma más claro y evidente es la escasez de dólares. Oficialmente, el Banco Central de Bolivia mantiene la cotización de Bs 6,96 por dólar; pero en los últimos días, en las casas de cambio o en el mercado negro el costo de la divisa se aproxima a los Bs 14.
Otra señal clara es la falta de combustibles. La última semana Bolivia vivió jornadas de paros y bloqueos de transportistas por diésel y por dólares. En lo que va del año fueron varias las oportunidades en las que quedaron en evidencia las dificultades que atraviesa el Ejecutivo para mantener el abastecimiento de carburantes, pero el discurso oficial siempre fue el mismo: “hay abastecimiento normal y solo es especulación”.
Hace algún tiempo, el entonces ministro de Economía, Luis Arce fue motivo de polémica cuando declaró en una entrevista televisiva que era posible hacer compras de mercado con Bs 100. ¿Será que puede volver a hacer semejante afirmación cuando, por ejemplo, el agro ha anunciado una disminución de la producción a consecuencia de los fenómenos naturales y de la falta de insumos?
También es importante mencionar los informes emitidos por las calificadoras internacionales que evalúan los indicadores reales de la economía de cada país. Moody's, Standard & Poor's y Fitch Ratings han difundido evaluaciones negativas sobre la capacidad de Bolivia para cumplir con sus obligaciones financieras, reflejando problemas como el déficit fiscal, la caída de las reservas y el endeudamiento creciente. Pero el Gobierno siempre ha cuestionado los informes internacionales alegando que no contemplan las particularidades de la economía boliviana ¿cuáles particularidades?
Finalmente, está la propaganda oficial y el discurso de que las actuales dificultades obedecen en gran parte a que la Asamblea Legislativa bloquea la aprobación de créditos internacionales. Es decir, ¿la estrategia para recuperar divisas es contraer más deuda a sabiendas de que el país no genera ingresos como en años pasados?
De toda la deuda que el Ejecutivo pretende contraer, llama la atención el crédito de $us 62 millones para la ampliación de la línea café del teleférico de La Paz. Buena parte de ese dinero -50 millones de dólares- se irá al fabricante de las cabinas, motores, cables y demás accesorios. ¿Cuán beneficioso puede ser ese crédito para el país en su conjunto? Ciertamente, es muy difícil creer que una deuda de ese tipo sirva para atenuar el difícil momento económico que se vive en Bolivia.
Y a todo lo mencionado se suma la crisis política, porque también hay señales y son mucho más claras. A estas alturas, las elecciones judiciales no están garantizadas. Luis Arce “no se brinda ni se excusa” para ser candidato, según declaró a la BBC, pero está en franca pelea por la sigla del MAS, y la asonada militar del 26 de junio revela que hay gente incómoda con las reglas del juego democrático.
Arce siempre dijo que quiere ser recordado como el presidente de la industrialización, pero probablemente pase a la historia como el hombre de la crisis, y hay señales, salvo que un hálito de lucidez le indique el camino del diálogo, la entereza y el renunciamiento para sacar al país de sus problemas. El mandatario está iniciando sus últimos quince meses de gestión, será un tiempo difícil y decisivo.