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Más choclo chino

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26 de diciembre de 2016, 19:57 PM
26 de diciembre de 2016, 19:57 PM

Bolivia importó un 14% más de alimentos que el año anterior y ya importamos cerca de 419 millones de dólares en alimentos este 2016. Lo lamentable del caso es que un 30% de los alimentos importados son productos que, en diferente escala, son producidos e industrializados en el país. Otro tanto son alimentos no importantes, absolutamente prescindibles, ‘de lujo’; el resto justificaría su importación porque no se produce ni procesa en el país. 

El colmo de los colmos es que encontramos en el mercado latas de choclo de procedencia china y piñas tailandesas, entre otras aberraciones. Bolivia concentra 77 variedades de maíz y fue parte importante de su domesticación y diversidad; la piña es originaria del área chaqueña, que compartimos con Argentina, Brasil y Paraguay. Aun así, hay empresas legalmente establecidas que aprovechan oportunidades como el bajísimo salario de los trabajadores de esa parte del mundo (25 centavos de dólares la hora), sin aguinaldo, sin derecho a la huelga, etc. Son alrededor de 20.000 km que nos separan de Tailandia y un poco más de China. ¿Cómo es posible que esos productos tengan un precio un 40% más bajo que los producidos en el país o en los países vecinos? 

Nuestra sociedad se aleja cada vez más de sus raíces cuando se basa en una economía virtual cuyos vaivenes dañan cada vez más severamente a los agricultores y a la población en general. Por el bien de todos se deben decretar medidas paraarancelarias para frenar la importación de alimentos que sean producidos localmente y de aquellos prescindibles, de manera de incentivar su producción localmente. 

La agricultura es la madre de todas las industrias y ha sido la base de la riqueza de países que hoy lideran el mundo. La miopía de empresas importadoras que aprovechan coyunturas de un capitalismo salvaje -que debe ser domesticado, aunque sea por la fuerza- no debe amenazar a nuestra agricultura, ya demasiado golpeada por factores climáticos, económicos y políticos. En estos momentos difíciles debe resaltarse la economía real, la productiva, sobre todo la que cubre la primera de las necesidades básicas del ser humano: la alimentación 

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