Opinión

Mentiras, mentiras perversas y estadísticas

20 de diciembre de 2019, 3:00 AM
20 de diciembre de 2019, 3:00 AM

Después del fraude electoral reciente, asomaron dudas legítimas sobre el verdadero estado de los diversos sectores económicos y la situación global del país. Esta inquietud surgió porque si la anterior administración fue capaz de alterar los resultados electorales, pudo haberlo hecho también con las estadísticas económicas y sociales.

Debo señalar que las estadísticas siempre han sido fuente de duda y controversia. Se atribuye al escritor estadounidense del siglo XIX Mark Twain la frase de que existen “mentiras, mentiras perversas y estadísticas”; o lo que sería su equivalente en español “mentiras piadosas, mentiras y estadísticas”. De hecho, hay un libro de mediados del siglo pasado de Darrel Huff titulado “Cómo mentir con estadísticas”.

La pregunta que surge es si las cifras mostradas hasta octubre de este año correspondían a la realidad o fueron un simple espejismo.

No tomo en cuenta el hecho de que varias cifras fueron mal utilizadas. Por ejemplo, se dijo que la producción o PIB por habitante subió de $us 1.034 en 2005 a $us 3.549 en 2018, con un aumento de 243%. Pero si se corrige por inflación o alza de precios, la subida fue en realidad de 50% en ese periodo.

Para absolver estas dudas se requiere un enfoque similar al que se siguió en el caso de las elecciones: llamar a una entidad especializada del exterior para que pueda avalar las estadísticas nacionales. El equivalente a la OEA para las elecciones es el FMI para las estadísticas.

De hecho, el FMI y el Banco Mundial tienen un programa conjunto que se llama Reporte sobre Observancia de Estándares y Códigos (ROSC por sus siglas en inglés), que tiene un área destinada a la transparencia de políticas, tanto en diseminación de datos, transparencia de la política fiscal y transparencia monetaria y financiera.

La última vez que Bolivia tuvo el escrutinio de una misión ROSC fue en 2017, cuando la evaluación fue en general aceptable, aunque se plantearon varios aspectos de mejora para el sistema estadístico.

Una forma de asegurar este estándar es que el país se adscriba a las Normas Especiales de Divulgación de Datos (NEDD) del FMI, que compromete a los países inscritos a contribuir a la “buena ciudadanía estadística”. Con este programa los países garantizan buenas prácticas en cuatro áreas: I) cobertura, periodicidad y oportunidad; II) acceso del público; III) integridad de los datos; y, IV) calidad de los datos.

Por tanto, la “soluciomática” a la problemática de la confiabilidad de las estadísticas pasaría por dos pasos. La primera es que el país pueda ser parte de las NEDD en adelante para asegurar que las estadísticas tengan todas las características del caso y la población en general como analistas en particular puedan estar seguros de la validez de la información. En su último reporte, el FMI señaló que el país está listo para dar este importante paso. El segundo es evaluar las estadísticas de los años anteriores.

Celebro que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) tenga ya un director con las características del caso como experiencia en la institución y conocimiento técnico. Creo que, unido a la voluntad de las autoridades, de la cual soy testigo, podremos dejar de discutir sobre las estadísticas, para concentrarnos en su interpretación y análisis.



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