10 de julio de 2022, 4:00 AM
10 de julio de 2022, 4:00 AM

Es la estructura del obsoleto Estado unitario la que debe cambiar. ¡Sí! su transformación total y reinstitucionalización; esa es la afirmación inequívoca de la cual se debe partir.

Por ello y paradójicamente, tanto la espuria reestructuración de la Felcn que pide el presidente Arce, como la necesaria reforma al sistema judicial que propone el grupo de juristas independientes, no lograrán por sí solas solucionar el problema que las aqueja. Es la maquinaria del Estado unitario que atrae más fácil la corrupción, la ganancia ilícita y la falta de transparencia quien debe desparecer; o acaso aquel no es el mismo devenido de la Colonia y que hoy no les conviene cambiar a los que se dicen anticolonialistas.  Su naturaleza centralista de poder y recursos, pervierte y hace ineficiente la administración pública, destruyendo la independencia de poderes e imponiéndose abusivamente sobre las minorías, no importando si el que gobierna es coyunturalmente de derecha o izquierda. Y en esa mezcla de estructuras obsoletas y voluntades pervertidas, está la degeneración y cooptación de las instituciones que se asemejan a un infierno burocrático, no faltando algún cínico que vocifere sandeces para justificarse, donde las víctimas resultan ser culpables y el imperio, la derecha o el capitalismo son los apuntados por tanta degradación.

¿Acaso los hechos no son evidentes? Van 16 años de gobierno masista con la promesa populista del vivir bien y estamos tocando fondo como a principios de los años 80’. Hasta la economía está en decadencia y como siempre salud y educación tienen los mismos problemas de hace décadas. Los ilícitos de contrabando y narcotráfico han carcomido nuestros cimientos de vida, hasta el punto de que las personas que viven de ello tienen la creencia de que es su trabajo y forma de vivir con los valores al revés, como si el ser controlados afectara sus derechos humanos. El trópico cochabambino es una republiqueta con mandos propios, todos lo saben, incluso las autoridades que supuestamente ejercen control son aprobadas por ellos mismos (Pág. Siete 03/07/22).

En este sentido, no son nomás el narco, contrabando, daño ambiental o la injusticia dentro de un mismo marco de corrupción los graves problemas, sino la convicción de que en gran parte el origen de estos es la forma de Estado unitario conjuntamente la falta de ética pública y educación cívica; por lo que la transformación profunda de toda la estructura estatal mediante una constituyente, debe ser el comienzo de la solución para lograr un país acorde al siglo XXI y libre de estos cánceres y atavismos.

El gran movimiento ciudadano para el cambio hastiado de la podredumbre estatal tiene que producirse ya usando todas las herramientas democráticas permitidas, promoviendo y apropiándose de la nueva forma de hacer política donde la ética, el diálogo de opuestos y la prioridad del servicio público sobre el poder, sean el nuevo paradigma y exigencia innegociable para la construcción y manejo del nuevo estado descentralizado y desburocratizado; allí el pueblo soberano estará más cerca de la autoridad para la fiscalización y satisfacción rápida de sus necesidades, prevaleciendo por sobre todo el imperio de la constitución y el cumplimiento del estado de derecho; Bolivia se lo merece.