27 de mayo de 2022, 4:00 AM
27 de mayo de 2022, 4:00 AM


Desde que la luz de la razón iluminó el cerebro humano se instaló una búsqueda de la dominación del hombre por el hombre y la lucha por la libertad individual. Si bien la capacidad del bien y el mal son innatas en el ser humano, aquellos que eligen dominar a su semejante sucumben a sus instintos animales y niegan que las otras personas tengan cualidad humana, reduciendo a los demás a simple medios para conseguir sus apetitos más infames. La historia de la humanidad se puede reducir prácticamente a los intentos de dominación de unos hacia otros y la búsqueda de la liberación de los esclavizados.

Nuestra propia historia no es ajena a este conflicto permanente, pero en los últimos tiempos se ha visto incorporado un elemento muy siniestro: el discurso social.
Luego de los fracasos y colapsos de las tomas del poder estatal para la instalación de la dictadura del proletariado y del estado fascista nacionalsocialista, los esclavizadores se dotaron a sí mismos de un discurso de reivindicación y justicia para maquiavélicamente validar sus intenciones de la dominación de sus semejantes buscando la eliminación de las libertades.

Sobre la base de que un pequeño grupo de personas utilizarán el Estado para corregir las injusticias de la sociedad, los más viles diseñan un sistema tiránico de dominación de la sociedad y eliminación de las libertades individuales, sean estas económicas, sociales, políticas e incluso emocionales.

Se dotaron a sí mismos de auras de progresismo, socialismo, justicialismo, socialdemocracia, comunitarismo, igualitarismo y cuanto nombre venda bien para la toma del poder y eliminación gradual de las libertades.

Todos ellos presentan pomposamente planes que conducirían al bienestar social a cambio de ceder nuestra condición humana. Desde un centro de poder se planifican y ejecutan estos planes donde otros deciden qué es bueno para uno y uno debe someterse y proveerles de los frutos del trabajo propio para que estos planificadores centrales sigan determinando nuestras vidas. Una vez instalados en el poder el plan verdadero se ejecuta: el poder por el poder. Su intención de dominación hace que todas las decisiones sean basadas en su permanencia en el poder a través de un sistema de corrupción de almas. 

Ahora las decisiones se toman para satisfacer las bases que mantengan esta estructura de dominación, utilizando el Estado para quitarle a los demás para “redistribuir” hacia beneficios sectarios. Ya no importa la autosuficiencia de la sociedad ni la búsqueda del bienestar, ya solo importan los intereses de la clase dominante instalada. Para ello, la maquinaria de represión, opresión y vigilancia se vuelve más intensa y los planes fracasados como la “industrialización” no se descartan sino que se potencian.

Total, podrán seguir explotando a los ciudadanos dominados mientras estos puedan producir y tengan recursos que saquear, mientras la maquinaria se afianza en la escuela diseñada por ingenieros sociales y la burocracia ciegamente previene las acciones perjudiciales.

Hoy los legisladores y servidores son la perfecta burocracia que ciegamente maquina el sistema totalitario desde todos los partidos políticos. No es casual que reyezuelos y aspirantes a principados quieran definir estúpidamente desde cuánto maíz debe comer un pollo hasta qué tipo de menú se usará para reactivar la economía.

El proceso de cambio y el Estado Plurinacional ya han fracasado, pero aún no vivimos los efectos reales del colapso de ellos. Estamos a tiempo de que se reasuma la libertad como la causa que nos permita rescatar nuestra sociedad y nuestra esencia humana. Esta es la lucha de nuestra generación y nuestro papel en la historia de nuestra civilización.

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