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9 de marzo de 2019, 4:00 AM
9 de marzo de 2019, 4:00 AM

“Si las masas pueden amar sin saber por qué; también pueden odiar sin mayor fundamento” (William Shakespeare)

Pero si, además, las estrategias de poder fabrican escenarios extremistas que dividen a la sociedad entre buenos y malos, cielo, infierno y odio; no le pidamos peras al olmo que nosotros sembramos. ¿Tiene una razón esta estrategia del odio, del malo, del bueno, del santo, del diablo? ¿Es casual la muerte lenta de los medios de comunicación convencionales?

Trabajar a diario en los descontentos, la infelicidad, el miedo y la inseguridad, acumular miedos, prejuicios y ‘pecados’; un retorno a la antigüedad oscurantista. Las mujeres son incendiadas en las redes a diario, los hombres revisan el ‘feminismo’, todos somos corruptos.

El ‘enemigo’ (ya no el adversario político o el que piensa diferente) no es merecedor de vivir en su tierra, es ‘traidor’, es ‘vendido’, tiene que ser servil hasta la muerte o se convierte en una vergüenza de su familia, su patria, su Dios. El odio ha partido, fraccionado, a la sociedad; la propaganda sin filtros, frontal, extrema y extremista, busca la segregación social, la ruptura de cualquier pacto social. El río revuelto que necesitan los poderes.

“Atacar, atacar, atacar”, es la estrategia de los asesores. La trilogía del poder: víctima, victimario y salvador. Los latinos, negros, migrantes, mujeres pasaron a ser los responsables de lo que hacen los políticos, de la crisis moral, el desempleo y la crisis económica estadounidense y, hoy en día, Latinoamérica se enorgullece otra vez de ser el quinto patio intervenido, incapaz de resolver sus problemas sin Rusia, China o EEUU. Más muros de cemento, de apartheid, de fobias y más bloqueos económicos.

El odio al diferente, inoculado en todo el cuerpo social, es hoy recomendado por asesores muy bien pagados. Hoy el ‘periodista’ (si acaso un troll lo es), persigue, acosa, juzga y sentencia en el tribunal de la ‘libertad de expresión’.

La denuncia sin el debido proceso tiene un impacto global inmediato y masivo a través de la ‘viralización’; bombas virtuales y letales lanzadas en cada segmento de la población por rango de edad y origen, estudios, preferencias (big data). El desprestigio al enemigo es el objetivo y el fin, porque ya no es adversario, es ‘el mal’ y para ello son legiones, ejércitos de millones de francotiradores de redes que, si no tienen, compran ‘me gusta’. ¿Quién sabía hasta hace poco del efecto político de los ‘trolls’, memes, ‘fake news’...?

Estamos acelerando la degradación de nuestras estructuras de vida, comunidad, convivencia, equilibrio, fabricando líderes analfabetos sociales. Es como en el karaoke. ¡Hasta el más desorejado canta y cree que lo hace bien!

Tanto la sicología, como la antropología, han acumulado pruebas de que el hombre puede ser más cruel que cualquier bestia no inteligente, un depredador total, si pierde la empatía, la sensibilidad y el humanismo.

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