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22 de noviembre de 2024, 3:00 AM
22 de noviembre de 2024, 3:00 AM

“Es la economía estúpido” fue la celebrada consigna con la que el legendario estratega electoral James Carville orientó la exitosa campaña electoral de Bill Clinton durante su campaña presidencial de 1992.

Mucha gente sostiene que esta frase se aplica a la situación actual en Bolivia. Empecemos por recordar algunos antecedentes para después comprobar si eso es cierto.

Carville fue el asesor que le dio la victoria al candidato presidencial Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) en las elecciones de 2002.

Es fascinante verlo y escucharlo junto a sus colaboradores asesorando a Goni en el bien premiado documentalOur brand is crisis. Un Director de Hollywood se inspiró en ese documental para hacer una película del mismo nombre.

El punto más alto del film sucede cuando la bella actriz Sandra Bullock muestra su desnuda retaguardia a una rival desde un vehículo en movimiento. Nada que ver con el documental que inspiró la película. Menos todavía con lo que sucedió en Bolivia.

Carville logró que Goni gane las elecciones de 2002 por un estrecho margen, sin escatimar recursos de guerra sucia. Las propuestas económicas no jugaron un papel central. Manfred Reyes Villa y Evo Morales quedaron detrás de Goni con menos de dos puntos. Fue un triple empate que se dirimió en el Congreso.

El triunfo de Goni hubiera sido mucho más contundente si es que el Embajador de los Estados Unidos Manuel Rocha no hubiera amenazado a los que pensaban votar por Evo Morales diciéndoles “quieren que Bolivia sea de nuevo un exportador de cocaína.”

Les dijo que al votar por Evo pondrían en riesgo la ayuda norteamericana. Muchos votantes se sintieron ofendidos. Votaron a ojo cerrado por Evo Morales. Descartaron a Goni por despecho. Rocha lanzó Evo al estrellato. Le allanó el camino para su aplastante triunfo electoral de 2005.

Pasados 22 años, en abril de 2024, Manuel Rocha se declaró culpable ante un juez de Miami de haber sido un espía al servicio de Cuba durante más de 40 años, incluyendo durante su etapa como Embajador en Bolivia, desde 1999 hasta 2002.

Ahora que lo sabemos no nos sorprende que Goni hubiera sido tumbado por una revuelta popular en octubre de 2003, a poco más de un año de haber asumido la Presidencia. Cuba atizó la revuelta. El Mallku la operó. Evo alzó vuelo montado en la estrategia geopolítica cubana.

El documental muestra cómo actores internos y externos hicieron creer a la población más humilde que exportar gas boliviano por Chile era una traición a la patria. Unos muñecos operados por Cuba lograron que Bolivia pierda la oportunidad de exportar gas a los enormes mercados de México y Estados Unidos.

En el documental Carville comenta que fue contratado para que Goni gane las elecciones, no para que termine su mandato. Uno de sus asociados muestra espantado su asombro sobre cómo la cruda manipulación de las emociones populares fue tan exitosa y tan dañina para el país.

Estas observaciones se aplican como anillo al dedo a la situación actual. Los gobiernos del MAS se han opuesto por 18 años a que las empresas extranjeras especializadas en exploración vengan a Bolivia para encontrar más pozos de gas.

Bolivia importa cada vez más gasolina y diesel porque exporta cada vez menos gas. Esto genera enormes filas para cargar combustible. Aunque Ud. no lo crea, durante casi 20 años el MAS no se ocupó de renovar su propia base de sustento económico.

La actual crisis económica no existiría si estuviéramos exportando gas como se lo hizo hasta 2014. El actual gobierno del MAS estuviera firme si se hubieran mantenido los ingresos de esa exportación. No se lo hizo por razones ideológicas y para contentar a los socios del Caribe.

Hoy casi todos los bolivianos, excepto los gobernantes que vuelan en el espacio sideral del Socialismo del Siglo 21, piensan que si la crisis económica actual no estalla antes de las elecciones presidenciales de 2025, estallará inmediatamente después de esas elecciones.

Ni los pre-candidatos opositores ni los mejores economistas se dan cuenta o admiten abiertamente que enfrentar la crisis económica con éxito depende de resolver serios problemas ninguno de los cuales es económico.

Parece obvio decirlo, pero es necesario antes que nada que algún candidato opositor gane las elecciones presidenciales de 2025. Este es un desafío político, por más que los pre-candidatos presenten excelentes programas económicos como parte de sus campañas.

Además si un candidato opositor llegara a ser Presidente a partir de 2025, sería absolutamente necesario que su gobierno resuelva antes de nada las dificultades sociales y políticas que le impedirán aplicar hasta el mejor pensado de los proyectos económicos.

Una oposición sensata tiene que hacer al menos tres cosas si quiere ganar la próxima elección. Y si la gana tiene que hacer al menos tres otras cosas para enderezar la economía.

Primero, tiene que documentar cualquier intento de fraude electoral. Segundo, tiene que evitar la división del voto opositor entre dos o tres candidatos fuertes. Tercero, tiene que conquistar el voto de la clase media emergente que ya está desilusionada con el MAS.

Nada de eso se logra con ninguna propuesta económica.

Y si un opositor llegara a la Presidencia no podría hacer absolutamente nada para enfrentar la crisis económica sin que previamente esa crisis toque fondo. Tocará fondo solamente cuando la población esté dispuesta a aceptar un duro programa de ajuste estructural.

Este es un tema de psicología social. No se lo resuelve ni se lo entiende con propuestas estrictamente económicas.

En caso de que pierda las elecciones de 2025 lo más probable es que el MAS se reunifique y se convierta en el principal opositor al nuevo gobierno. No se puede descartar que un MAS reunificado mantenga o aumente el poder de movilización del ex Presidente Morales.

Si eso sucede, el MAS aprovechará el descontento provocado por el ajuste económico para tumbar al nuevo régimen y regresar al gobierno sobre los hombros de los afectados.

Dicho de otro modo, si se quiere resolver la crisis económica con éxito hay que tomar en cuenta dos fases. Cada fase consta de tres condiciones, ninguna de las cuales es principalmente económica.

La primera fase consiste en ganar las elecciones presidenciales de 2025, controlando el probable fraude electoral, ganando el voto de la clase media emergente y evitando la división del voto opositor entre varios candidatos fuertes.

La segunda fase consiste en no caerse del gobierno al intentar imponer duras medidas económicas. En esta fase se requiere que una población escarmentada por los daños de la crisis económica esté dispuesta a soportar un durísimo programa de ajuste estructural.

La fase de gobierno requiere además un líder dotado de alta credibilidad social, gran aceptación política y una autoridad incontestable. Solo bajo una dirección política de ese vuelo los expertos económicos podrán enfrentar la crisis económica con éxito. 

Los actuales pre-candidatos presidenciales tienen que demostrar en sus campañas que son capaces de enfrentar los enormes desafíos políticos y sociales que deben resolverse antes de que puedan concentrarse en los temas económicos.

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