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6 de noviembre de 2024, 16:13 PM
6 de noviembre de 2024, 16:13 PM

Nunca debió mezclarse la política y la lucha contra el narcotráfico, pero así pasó, no solo en el país multipluri, también en otros. ¿Cómo y por qué? La respuesta es simple: Los tentáculos del narcotráfico se extienden repletos de dinero y, como dijo Robert Walpole (Estadista británico) “cada hombre tiene su precio”. Habría que añadir “el precio fluctúa de acuerdo al grado de corrupción del receptor” (dicho de mi cosecha). En realidad, antes del país multipluri, en nuestro maltratado país, ya se perfilaba, aunque en mucho menor cuantía, la infiltración narco. Durante la presidencia de Jaime Paz, su operador político Oscar Eid fue a la cárcel acusado de narcovínculos. Y antes de él, durante la presidencia de facto de García Mesa la presencia del narcotráfico se hizo más que presente, tanto que su lugarteniente Arce Gómez terminó preso en EUA.

En 2006, con la llegada de Evo Morales, un cocalero que siempre puso su región por encima de todo, incluyendo al país, se dieron, voluntaria o involuntariamente, las mayores medidas para la promoción y crecimiento del narcotráfico en el territorio nacional. Las primeras fueron una especie de llamado para que vengan los malandros, ¿o qué pensaría Ud. Si un gobierno (cualquiera) primero que nada expulsa a la Embajada de los EUA de su territorio, sabiendo que esta representación diplomática financiaba, a través de la NAS (sigla en inglés de la Sección Antinarcóticos de la representación diplomática), con efectivo y apoyaba con un avión Hércules a los organismos bolivianos encargados de la lucha contra el narcotráfico. La NAS también financiaba a las ONGs de entonces en la tarea de prevención del consumo de drogas, tarea que hoy por hoy no existe.

La segunda medida fue la expulsión de la DEA, un organismo en la práctica, internacional y con el mayor bagaje de experiencia en el combate al narcotráfico en varios países del planeta. ¿Qué aportaba la DEA en Bolivia? Fundamentalmente, entre varias, efectuaba tareas de inteligencia, comunicación y logística que, casualmente, son áreas en las que muestra deficiencias evidentes la actual lucha contra el narcotráfico (¿qué será de los radares franceses no?).

La tercera medida fue la expulsión de USAID Bolivia, un organismo gringo que financiaba las tareas de desarrollo alternativo y sustitución de cultivos de coca, que hoy fue sustituido por la política de “revalorización” de la hoja, fuente de la droga.

La cuarta medida de promoción, fue la de aumentar los cultivos de hoja de coca muy por encima de las “necesidades culturales” incluyendo la legalización del área de cultivo del Chapare que fue señalada por la UNODC como origen de la coca ilícita en el país.

Quedó el aislamiento del país que solo cuenta con el insuficiente aporte de la Unión Europea. Los convenios internacionales firmados con los países vecinos, han quedado en eso, solo acuerdos, porque los narcos siguen utilizando el territorio sudamericano como la fuente de origen y tráfico de sus recursos ilícitos que cada vez son mayores y más peligrosos.

Aparentemente, y subrayo aparentemente, la infiltración del narcotráfico en los organismos gubernamentales todavía no ha sido totalmente aclarada, pero lo de la policía es sintomático. René Sanabria, jefe de la FELCN en el gobierno de Morales (2007 – 2008), fue detenido en Panamá. Oscar Nina, Comandante Nacional de la Policía, fue condenado y encarcelado por ganancias ilícitas el año 2019, ese mismo año fue detenido Gonzalo Medina, Comandante de la Fuerza Espacial de Lucha Contra el Crimen en Santa Cruz y Omar Rojas Echeverría, un ex oficial de la policía boliviana fue detenido en Colombia el 2021.La prensa internacional (INFOBAE) menciona a este último como el Pablo Escóbar de Bolivia por la cantidad de droga contrabandeada. Uno de los casos que levantó muchísimos comentarios y que todavía espera desenlace, es el apresamiento de Maximiliano Dávila del que mi compadre Jumechi, medio en serio medio en broma, dice que si lo extraditan a los EUA “va a cantar como en karaoke”.

Además de la infiltración del narco antes señalada, en la actual gestión apareció el más grande acopiador y traficante internacional de cocaína (y probablemente marihuana) como es Sebastián Marset. Tan grande que el mismo mencionaba a la prensa su equipo logístico como “sus” aviones o “sus” helicópteros, además de una probable flota de barcazas que se desplazaban (¿o desplazan?) por la hidrobia Paraguay/Paraná. Y no es solo eso, porque también aparecieron ¿o crecieron? Rutas del narcotráfico por las que fluye, con aparente tranquilidad, como la llamada “ruta Caipira” por los narcos brasileños, cantidades antes impensables de droga. Aparentemente, se encuentran comprometidas todas las fronteras del país donde el contrabando “normal” se mimetiza con el de la droga; ni qué decir de la vía aérea que frecuentemente nos muestra miles de kilos transportados a los países vecinos.

Se necesita una política nueva de verdadero combate al narcotráfico, que vuelva la Embajada Americana, que vuelva la DEA y que vuelva USAID Bolivia…¿o ya es tarde?

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