16 de noviembre de 2021, 5:00 AM
16 de noviembre de 2021, 5:00 AM

Quienes viven en Santa Cruz lo ven a diario, y quizá desde la relativa normalidad de otras ciudades cuesta entender exactamente por qué está la gente en las calles en Santa Cruz en estos nueve días; pero quienes definitivamente no quieren entender las razones de por qué el ciudadano de a pie de esta parte del país sale a bloquear, son los gobernantes.

Lejos de hacer un esfuerzo por comprender, los dos primeros mandatarios del país se han dado a la tarea de descalificar a los ciudadanos con adjetivos estigmatizantes como derecha, oligarquía, golpistas, extranjeros; o de amenazar con mandarles a habitantes del altiplano, incas y mineros “a poner orden”. Advertir con mandar a sembrar sangre de bolivianos contra bolivianos es una actitud irresponsable de quien detenta el poder y el control de las fuerzas policiales y armadas, que cuando quieren, usan a la Policía para proteger a delincuentes que se trasladan en camionetas de Dircabi o para apoyar a sus grupos de choque como en las noches del Plan 3.000.”

Mientras tanto, no se hacen la pregunta de ¿Por qué está la gente en las calles? No solo no conocen Santa Cruz, no la entienden ni quieren comprenderla, así sea con fines históricos, meramente didácticos o, de última, por simple curiosidad.

No entienden por qué basta una cinta de tela de 3 centímetros para bloquear una esquina y no precisan dinamitar el asfalto; no entienden por qué en los puntos de bloqueo no suena “El Pueblo unido jamás será vencido” de Quilapayún ni “Estado de sitio” de Mikis Theodorakis, ni por qué los cambas prefieren poner a todo volumen un brincao tradicional o un mix carnavalero de chovenas y taquiraris.

Lo más “subversivo” que suena en alguna rotonda cruceña de estas noches es el “Viva Santa Cruz”, en voz de Gladys Moreno, que tiene una letra de elogio a la tierra, de declaración de amor a la dulce cambita y de nostalgia cuando llega el momento de partir. Nada más. Con eso, y así, se protesta en Santa Cruz.

La gran mayoría de las personas que están en las calles no son gremiales ni transportistas; ni son separatistas ni quieren tumbar a ningún gobierno; son ciudadanos comunes que tienen diferentes oficios y ocupaciones, que están renunciando diariamente a sus ingresos, a producir, a trabajar o a estudiar.

Son ciudadanos que quizá ni le entienden bien a la ley 1386 que será abrogada; pero sí entienden con claridad que el Gobierno de Luis Arce está afectando sus derechos y garantías; entienden que la influencia y el poder directo de Evo Morales sobre un presidente al que consideran títere, amenaza con llevar el país al triste destino en que cayeron Venezuela y Nicaragua, con dictaduras populistas camufladas en envoltorio de democracia y revolución. Y eso es lo que no quieren.

Son ciudadanos que están hartos de esa lógica perversa de los gobiernos del MAS, con Evo Morales o con Luis Arce, que se ríe de un 21F, que gobierna de espaldas a la gente, y que parece tener una suerte de declaratoria de guerra regional, cultural y hasta racial contra Santa Cruz desde la visión andinocentrista del MAS.

Por eso luchan esos cruceños, nacidos y no nacidos aquí, que con sus esposas, madres, hijos y nietos salen todos los días y noches a su punto de bloqueo. Si ni Luis Arce ni David Choquehuanca quieren escucharlos ni hacen ningún esfuerzo por comprenderlos, entonces son mandatarios que gobiernan solo para los andes. Y si no quieren escuchar, que finalmente es una posibilidad, cuando menos que los respeten. Eso sí, lo mínimo que tendrán que saber es que esos ciudadanos tampoco se van a callar ni menos someter. El 2019 y la pasada semana han demostrado de lo que son capaces. Y eso es un hecho incontrastable que no podrán borrar de la historia.



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