26 de julio de 2021, 5:00 AM
26 de julio de 2021, 5:00 AM


No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy es un dicho tan antiguo como vigente, que en tiempos de covid-19, toma una relevancia inusitada.

Es que la procrastinación se ha profundizado y hasta cuesta la vida. Hoy esa postergación, esa costumbre de retrasar lo importante, lo que debe atenderse, cambiándolo por situaciones irrelevantes y pasajeras forma parte de una cultura que debiera cambiarse, sobre todo si se trata de la supervivencia, de sopesar lo vital por lo superficial.

A pesar de las recomendaciones y las campañas de vacunación en las que insisten expertos, científicos, autoridades de salud y administradores de las diferentes instancias de los gobiernos en Bolivia y en el mundo, hay desinterés, olvido, dejadez y hasta prejuicios por vacunarse.

De acuerdo a informes oficiales en Santa Cruz hasta el 20 de julio el porcentaje de vacunados va en descenso mientras el rango de edad sube. Los adultos mayores no asisten como debieran a los centros de inoculación. A mediados de abril se comenzó a vacunar a los mayores de 80 años, y solo el 42,14% acudió por la primera dosis y un porcentaje mucho menor; es decir, un 23 % completó el esquema.

La procrastinación también deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, hacer algo en contra de nuestro mejor juicio. “Es hacerse daño a uno mismo”, dice el profesor Piers Steel. Es decir, sabemos que estamos evadiendo una tarea y que es una mala idea, pero lo hacemos.

Tal vez el entorno debe ayudar a motivar y fomentar que la salud está en primer lugar en tiempos de emergencia sanitaria. La situación de las personas entre 70 y 79 años, tampoco deja de preocupar. La población objetivo es de 88.345, pero un 54% se inoculó con la primera y un 24% con la segunda dosis. Continuando con la tendencia los del grupo de 60 a 69 años de edad, de las 158.533 personas vacunables 98.179 (casi el 62%) recibió la primera dosis y 44.955 (un 28%) recibió la segunda vacuna para completar el esquema. De los que están entre 50 y 59 años, solo el 51% recibió la primera dosis y casi un 23% se colocó la segunda. Mientras que en la franja de los 40 a 49 años, casi un 44% ya tiene la primera dosis y un 16% la segunda. Porcentajes que preocupan tomando en cuenta que podría ‘visitarnos’ la cepa Delta u otras mutaciones que no se descartan. Somos testigos que el relajamiento social ha roto con todos los pronósticos. No es prudente ‘jugar con fuego’ ante un bajo porcentaje de vacunación colectiva. Bolivia aún no ha llegado ni a la mitad en su plan de vacunación. Podría ser suicida continuar con este tipo de comportamientos sociales que desaconsejan en forma permanente, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud y que muchos desoyen como si no fuera algo tan serio como la vida misma.

Los jóvenes han tomado mayor conciencia de ello y acuden en alto porcentaje a los centros de vacunación. No está de más pensar en la vacunación pediátrica en breve; es decir, inmunizar al grupo de adolescentes de entre 12 y 18 años de edad para lograr la inmunidad de grupo. No en vano otros países lo están haciendo desde hace varias semanas con buenos resultados. En caso de tener los biológicos y si se cumplen los plazos establecidos de adquisición y arribo de vacunas, las autoridades competentes ya debieran estar sobre el tema. La prevención, ante tantos imprevistos, podría salvar vidas.



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