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Recuperación económica, vacunas y saudades

Gonzalo Chávez/Economista

13 de junio de 2021, 6:43 AM
13 de junio de 2021, 6:43 AM

La pandemia avanza implacable, feroz, despiadada. Los contagios se incrementan, los enfermos son cada vez más. La muerte toca a la casa de centenas de familias bolivianas. El paso implacable de la rutina y la avalancha de noticias banaliza la muerte. El dolor, las pérdidas de vidas se convierten en meras estadísticas que, los medios de comunicación y las redes sociales, reproducen con cierto morbo.

El Covid 19 revela lo mejor y peor de las personas. Científicos, médicos, enfermeras, y mucha gente buena muestra humanismo a raudales y una enorme capacidad de resistencia. Pero al mismo tiempo, la pandemia también revela, en el caso boliviano, la miseria humana de la mayoría de nuestros políticos, la precariedad de los esquemas de salud, la fragilidad de la economía, la paupérrima institucionalidad y tal vez lo más grave la incapacidad de ser nación. La ineptitud e inclusive indolencia para entender que, para vencer esta guerra, se necesita de un pacto mínimo por la vida, el empleo y la educación. Esto no significa olvidarse de las heridas sociales y los graves problemas económicos. Es tan simple como establecer prioridades. Pasada la tragedia habrá tiempo para la justicia. Pero no. Los liderazgos actuales chatos de alma están empeñados en torcer la historia, en cultivar el autoritarismo, en fomentar las revanchas, en convertir la política en el arte de la mentira. En usar a los muertos, de uno lado y otro, para imponer sus odios ideológicos. A las personas que tienen familiares, padres, hijos, amigos enfermos, a los que perdieron seres queridos y a los que deben salir a arriesgar la vida en las calles, poco les importa si hubo fraude o golpe, si la crisis económica comenzó hace un o 6 años. Cuando no puedes respirar los pretextos se convierten en infamias.

Como pocas veces en la historia, las salidas en el campo económico y/o educativo están en el campo de salud. En la actualidad menos del 5% de la población esta inmunizada con las dos dosis.

La vacunación masiva es la primera condición para la vuelta a la vieja o nueva normalidad económica. Por supuesto, no es la única, pero es la más importante. Si esto es así, el interés nacional debe ser conseguir vacunas. Gobierno nacional y regional, sector público y privado, gobierno y oposición, diferentes gremios, cooperación internacional deben coordinar para la compra o donación de vacunas, su traslado a Bolivia y eficiente distribución. Esta es una prueba de liderazgo.

Hoy la muerte es un doloroso hecho cotidiano. Desde el llano, la impotencia de no poder hacer nada significativo corroe el alma. Tal vez resta compartir como uno lidia con la muerte, mas allá del consuelo y los sentidos pésames. Amigos, parientes, conocidos se van a la dimensión del amor eterno. Vuelan a lo más alto de nuestros corazones. Comienzan a poblar el territorio de las saudades. El mundo de las vacunas de amor.

Se dice que este vocablo en portugués, el idioma en el cual aprendí amar, no tiene traducción. Pero, les aseguro que todos hemos sentido saudades en algún momento en la vida, pero, probablemente, se ha quedado en una forma de respirar sospechosita, en un latido del corazón que uno no reconoce, un frío interno que calienta las lágrimas o en una mirada que espía atardeceres; otros, los más afortunados, ciertamente han sido capaces de condensarla en una poesía o la letra de una música.

Uno aprende a sentir saudades, esa fue mi experiencia cuando mi padre se fue. Porque pasada la pena, vivido el luto y llorando lo insuficiente, vendrá la saudade del ser que partió en esta maldita pandemia. La ira dará lugar a la saudade.

Tristao de Andre dice que saudade es “la presencia de la ausencia”. El sabor o emoción de lo que no está, y por supuesto, viene en diferentes formatos.

Uno puede tener saudades de una tarde de sol abochornado frente al Illimani, o tal vez estar saudoso de una música que le templó el alma, de la voz de un amigo que ya partió, del cariño materno y cómplice frente a una gran travesura de primera juventud. Saudades de la voz del Junaro cantando “tienes que valor paloma” en el Paraninfo de la UMSA cuando la ilusión de la revolución no era el mamarracho populista que vivimos.

Chico Buarque, en su música O pedaço de me, sostiene que “la saudade es al revés de parto. La saudade es arreglar el cuarto del hijo que ya murió”. Yo me atrevería a añadir que es arreglar el cuarto con sus ángulos más coquetos, ponerle flores tan amarillas que hagan palidecer a los otros colores, ventilarlo con los mejores aires de la mañana, y hecho esto, sentarse en la cama a esperar la compañía dulce del recuerdo del ser querido que tanto bien nos hizo.

La saudade es celebrar la vida a pesar de la muerte. Es la inmunización más efectiva contra el dolor. Y de estas vacunas, tenemos millones de dosis en nuestros corazones. La saudade, la vacuna contra la ausencia permite la presencia, el confort sin palabras, la amistad sin cobranza, el hombro espiritual de Dios en el mundo material, el cariño sin toque. Porque la saudade viaja en el ciberespacio del amor, es la prueba contundente de la existencia de la inmortalidad que se controla con el software del cariño. Basta con bajar el archivo del beso, del consejo, del llanto, de la fiesta, de la bronca, del abrazo y el resto es disfrute, es una especie de Facebook con el más allá y el más aquicito. En cuanto no llegan las vacunas chinas, gringas o rusas, no queda otra que resistir en el territorio de las saudades.

  



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