27 de julio de 2024, 4:00 AM
27 de julio de 2024, 4:00 AM


El año 2025 marca un hito trascendental en la historia de nuestra nación: el Bicentenario de Bolivia. El 6 de agosto se celebrarán dos siglos de independencia, iniciada con el grito libertario de Chuquisaca, en 1809, y consolidada con la fundación de la República en 1825. Es un momento propicio para reflexionar sobre el camino recorrido y los desafíos que aún enfrentamos como país.

El Bicentenario es motivo de celebración, pero ante todo debería primar un análisis necesario y urgente sobre nuestra propia historia. Es esencial que entendamos las luchas y sacrificios de aquellos que nos precedieron y que formaron la Bolivia que conocemos. Repasar la historia nos permitirá valorar nuestra identidad y fortalecer la cohesión de la sociedad.

En este contexto, el rol de los medios de comunicación y de los historiadores es crucial. Debemos producir y difundir materiales que no solo celebren nuestros logros, sino que también nos impulsen a cuestionar y mejorar nuestras realidades presentes. La historia no debe ser vista como una serie de eventos pasados, sino como una guía para construir un futuro más justo y equitativo.

Con ese objetivo, recientemente la Gobernación de Chuquisaca propició un encuentro de periodistas de todo el país en la Capital del Estado. Fue una valiosa oportunidad para coincidir tanto en la tertulia como en el trabajo académico en la necesidad de rescatar valores fundamentales: desprendimiento, unidad y amor por la patria.

Y aunque es difícil abstraerse de las desventuras presentes, es necesario proponer una agenda necesaria para que el país pueda encontrar mejores derroteros. En primer lugar está la estabilidad democrática que es crucial para fortalecer las instituciones y garantizar procesos electorales transparentes y justos.

En segundo lugar, se debe seguir avanzando en la inclusión y representación que permita la participación activa de todos los sectores de la sociedad en la toma de decisiones políticas que afectarán a las generaciones venideras.
En tercer lugar, está la corrupción, un flagelo que nos roba el presente y el futuro. Se debe implementar políticas efectivas de transparencia y rendición de cuentas; es vital para recuperar la confianza ciudadana en las instituciones.

En materia económica queda claro que Bolivia debe apostar por la diversificación económica y abandonar la explotación irracional de recursos naturales como el gas y los minerales que tarde o temprano se acaban. En lugar de ello es imperativo fomentar sectores como la agricultura, el turismo y la manufactura.

Finalmente, está el desarrollo sostenible y, en ese marco, promover energías renovables y prácticas agrícolas sostenibles.

El Bicentenario es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con el desarrollo y el bienestar de todos los bolivianos, es tiempo para que los políticos demuestren que son verdaderos estadistas y que las nuevas generaciones tomen la posta. No se pueden repetir los errores del pasado. Urge renovar la esperanza y mirar el futuro con optimismo.

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