Opinión

¿Renovación con el MAS?

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24 de octubre de 2020, 5:00 AM
24 de octubre de 2020, 5:00 AM

Juan del Granado 

La segunda vuelta entre el MAS y Comunidad Ciudadana parecía una certeza ante las posibilidades remotas de que el MAS triunfe en primera vuelta o qué CC gane la primera vuelta. Se produjo la sorpresa con el abultado triunfo masista en primera, lo que significó un baldazo frío para quienes alentamos una renovación que desplace al MAS. 

Fuimos a las urnas el domingo con la incógnita de ese 20% o más de indecisos, blancos y nulos que, creímos, engrosarían el caudal siempre pobre de Carlos Mesa para así arañar la segunda vuelta. No ocurrió eso, engrosaron más bien al MAS y de ahí la paliza del domingo. Veamos las razones un poquito más a fondo:
1.    El fracaso gubernamental de Jeanine fue un factor central para la rehabilitación del masismo derrotado en noviembre. La transitoriedad no sólo generó la improvisación inevitable, sino que fue el escenario de la ineficiencia, de la reposición apurada del conservadurismo liberal, del revanchismo autoritario y, lo peor, de la continuidad de la corrupción en medio de una pandemia cruel que se atendió mal y con varios rateríos repudiables. En sólo meses el MAS se fue rehabilitando; varios pillos “transitorios” eclipsaron parte de la cleptomanía en grande de los años anteriores; las permanentes bravuconadas de los ministros “duros” se asemejaron al autoritarismo populista impune; la utilización de los jueces y fiscales, en pequeño, no fue distinta de la persecución judicial del masismo y, claro, con la pandemia se agravaron en extremo las carencias materiales, el desempleo y la pobreza, todo ello en el dramático escenario de 140.000 mil enfermos y más de 8.000 muertos.!!. Difícil para mucha gente, especialmente pobre, no mirar de reojo los años anteriores a noviembre y comparar: no parecían grandes las diferencias en las taras pero aquellos años se veían económicamente mejores.

2.    Los otros fracasos se fueron configurando en el escenario electoral. Con el MAS supuestamente agonizante, desde la presidente transitoria pasando por Tuto, un coreano, dos audaces y terminando en Mesa, creyeron ver su oportunidad para buscarse espacios grandes o pequeños inalcanzables en otras circunstancias. Sólo Jeanine y Tuto se dieron cuenta, aunque tarde, que no tenían chance y Mesa, como dijo alguien, nunca se puso el traje de campaña permaneciendo impasible en sus pijamas.

No era posible pedir ni a Mesa ni a ninguno una propuesta estatal alternativa, que es tarea estratégica y de mediano plazo. Sólo se les pidió propuestas renovadoras de lo esencial que fue sepultado en 14 años: de la ética, de la institucionalidad, de la economía, de la justicia y de la inclusión étnica; y para el caso de Mesa que salga de su burbuja señorial, se acerque a lo popular y rompa su menudo círculo de amigos; que no podía otra vez esperar el “voto útil” del 2019, que había que disputarle al MAS lo indígena, lo barrial, el mundo obrero, el de los cuentapropistas, y que no podía sólo quitonearse con los otros candidatos el voto clasemediero de las urbes. Se quedó en su burbuja y en su círculo; jamás llegó el voto útil y ahí estamos viendo cómo puede irse por el caño lo que pudo ser la base de una construcción alternativa.

Camacho, merece sólo algunas líneas. No interesa la posibilidad remota que su 14 % electoral hubiera incrementado el % de CC, porque igual Arce ganaba en primera vuelta; interesa más el contenido básico de sus votantes que, más allá de su juventud, parecen expresar el regionalismo y el racismo todavía insepultos, componentes peligrosos del agronegocio, de los pirómanos de la chiquitania, del gonismo y de los antiguos participes de las dictaduras castrenses, emboscados siempre en el “modelo cruceño”. Difícil saber hoy si “Creemos”, que “por primera vez tiene bancada”, es verdaderamente democrática, o si serán los siameses jóvenes del populismo autoritario con el que se retroalimentaron una buena parte de los 14 años.

3.    Y, finalmente, casi todos subestimamos al MAS, al extremo que los más reaccionarios llegaron a la estigmatización llamándolo “partido delincuencial”. El agotamiento del ciclo estatal populista, no aparejó la dilución de ese bloque popular que representa el MAS, ni tampoco de una estructura partidaria que no se borra por resolución del TSE. El MAS pese a que utilizó, prebendalizó y dividió a lo popular, aún lo representa por lo señorial de las otras fuerzas políticas que, casi siempre, lo despreciaron y temieron, y que hoy para ocultar su derrota están chillando “fraude”.

Y esa organización y sus candidatos nos gobernarán el próximo quinquenio. ¿Podrán autorenovarse y ser ellos los que renueven el país, o repetirán a ritmo de suicidio las taras del populismo autoritario? Esa la interrogante difícil de responder hoy frente al cajero que dilapidó la acumulación y frente al antiguo canciller sumiso y timorato. Pero nuestras convicciones democráticas, nos obligan al beneficio de la duda.

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