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11 de diciembre de 2024, 3:00 AM
11 de diciembre de 2024, 3:00 AM

Ruddy Sanguino

Estamos en el último mes del año, es momento de analizar, reflexionar y actuar, momento de ver que hicimos bien y que no, es momento de pasar mucho más tiempo con la familia, con los seres queridos para cerrar los ciclos en esta navidad y esperar un año nuevo con mucho más esperanza y prosperidad, ya que, este 2024, los bolivianos hemos pasado a vivir en una nueva normalidad debido a la crisis económica que enfrenta el país, con alta incertidumbre, pero, además con tensiones en el ámbito político y social que agravan mucho más la situación.

Esta nueva normalidad, marcada por una desaceleración de la producción, que es posible que solo se llegue al 2.5% del crecimiento del PIB; altos costos de vida, reflejados en una inflación acumulada de cerca del 8% y con una tendencia peligrosa al alza que afecta al poder adquisitivos de las familias y por lo tanto, al consumo; una la pobreza persistente bordeando el 40%; un déficit fiscal crónico de 11 años consecutivos de 8.5% con respecto al PIB en promedio, devaluación real de la moneda con un tipo de cambio paralelo rondando los 11.50 bolivianos por 1 dólar, pugnas políticas del mismo partido de gobierno, avasallamientos, bloqueos, paros, filas para combustibles, etc., estas son algunas de las características de la nueva normalidad que vive el país, esta situación nos tiene que hacer reflexionar a todos, no podemos acostumbrarnos a esta realidad, debemos exigir y hacer todo lo posible para que el gobierno implemente medidas que sean efectivas, para mirar con esperanza el mediano y largo plazo.

Es fundamental que, como sociedad y como familia, mantengamos la calma y la mesura, reconociendo que los tiempos difíciles no se superan con respuestas impulsivas ni con soluciones rápidas por la desesperación. Hoy más que nunca, es esencial que las decisiones que tomemos, tanto a nivel personal, familiar como colectivo, estén guiadas por la sabiduría, responsabilidad, prudencia y disciplina para evitar primero, que esta nueva realidad nos consuma y nos genere mas daño de lo necesario y segundo, nos permita salir adelante y volver a la estabilidad y crecimiento esperado.   

Es un tiempo para ser conscientes de la importancia de priorizar nuestras necesidades básicas en el presupuesto familiar y actuar de forma disciplinada en su ejecución, pensando en el largo plazo, mientras seguimos exigiendo a nuestras autoridades respuestas claras y acciones efectivas para superar la crisis. La prudencia no significa resignación, dejar de consumir o dejar de vivir, sino tener la capacidad de reconocer que, ante la adversidad, debemos actuar con inteligencia y paciencia, buscando siempre lo mejor para nosotros y nuestra familia.  

La crisis es solo un capítulo, no el final de nuestra historia, así que, no perdamos la esperanza y la convicción, sigamos luchando desde donde nos corresponde para construir un futuro próspero.

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