18 de diciembre de 2021, 5:00 AM
18 de diciembre de 2021, 5:00 AM

El Gobierno municipal de Santa Cruz de la Sierra ha anunciado que en estos días lanzará la licitación para cambiar las losetas por pavimento flexible en las calles del centro de la ciudad, tras lograr un consenso entre las voces divergentes acerca de ese proyecto.

Sin embargo, el plan de la Alcaldía es pavimentar primero seis tramos circundantes a la Plaza 24 de septiembre y dejar para una segunda etapa el enterrado de los cables aéreos, que conforman enrevesadas marañas antiestéticas donde se mezclan cables de energía eléctrica, de comunicaciones de empresas telefónicas y de servicio de tv cable y quién sabe qué otros cordones más.

Salvo que la Alcaldía tenga en mente un plan mágico, lo lógico sería que el orden de las obras sea el contrario: primero debiera hacerse el trabajo de enterrar los cables y después colocar el pavimento sobre las calles. La Secretaría de Obras Públicas debe explicarle a los habitantes de la ciudad si tienen un as bajo la manga para hacer aparecer de pronto los cables debajo del pavimento cuando ya esté colocado o se prevé picar el cemento.

Pareciera que se trata de una observación muy obvia, pero no está por demás hacer la advertencia en un país donde ocurren los extremos más inimaginables incluso para las mentes de grandes creadores de ficción.

De manera complementaria al enterrado de cables y la pavimentación del centro, en ese orden, es necesario apuntar otras obras necesarias para recuperar esa histórica área cruceña. Se precisa, por ejemplo, cambiar el sistema de iluminación de sus calles. Actualmente son tan oscuras, que al transeúnte le da miedo pasar por ellas en horas de la noche. En la oscuridad crece la delincuencia y la inseguridad.

Al centro urbano cruceño le ocurre lo que ya le ha pasado a otras grandes ciudades latinoamericanas: el crecimiento se lleva las zonas residenciales y las nuevas zonas comerciales a otras áreas de las metrópolis, y concentra en grandes edificaciones, malls, condominios y urbanizaciones el lugar donde se van a vivir las nuevas generaciones o donde se expande el comercio.

Así, los centros históricos quedan abandonados, envejecen por el descuido de los propietarios de las casas y la indiferencia de las alcaldías. Sin embargo, hay ejemplos de ciudades que han hecho de los cascos viejos lugares que revitalizan el patrimonio arquitectónico, y los convierten en áreas no sólo donde se continúa viviendo, sino también en espacios turísticos que generan nuevos ingresos.

El centro cruceño merece un mejor destino: si se ilumina sus calles, se esconde bajo tierra los cables de energía y compañías telefónicas, se pavimenta y de incentiva a los propietarios a conservar en buen estado las fachadas, la ciudad habrá ganado en estética y los cruceños podremos lucir con orgullo las calles y manzanos donde nació esta hermosa ciudad.

Las ciudades que invierten en sus centros históricos y los recuperan para un mejor vivir, convierten en inmortales los nombres de los alcaldes que lo lograron. Un alcalde nuevo, que está comenzando su gestión, tiene todas las condiciones y el tiempo para darle a las calles que se encuentran dentro del primer anillo, una nueva apariencia, como darle una nueva vida no solo en beneficio de quienes viven o trabajan allí, sino de todos los cruceños.