24 de diciembre de 2022, 4:00 AM
24 de diciembre de 2022, 4:00 AM

Un ganadero y su ayudante han engrosado el número de víctimas de la violencia en San Matías. La capital de la provincia Ángel Sandóval en el departamento de Santa Cruz bordea la extensa y desprotegida frontera con Brasil. Ambos ciudadanos, de nacionalidad boliviana, fueron abatidos a tiros cuando jugaban a las cartas con otras personas en una vivienda a dos cuadras de la plaza central. El sangriento hecho ocurrió al caer la tarde del lunes. Los sicarios se transportaban en una motocicleta y uno de ellos descargó 17 proyectiles de alto calibre sobre sus dos blancos objetivos. Es una muestra de la saña con que actuó el gatillero antes de darse a la fuga junto a su acompañante. En el mismo lugar, otros dos individuos resultaron heridos, aunque no de gravedad.

Un fiscal acompañado de un equipo multidisciplinario de la Policía se trasladó desde esta ciudad hasta la escena del crimen para investigar y recabar los elementos que permitan “llegar a la verdad histórica de los hechos”, resumió el representante del Ministerio Público. También queda por investigarse el contenido de un mensaje grabado atribuido a un guardia fronterizo de Brasil, alertando sobre el traslado de sicarios a San Matías y quienes serían los autores del doble ajusticiamiento. Ha quedado bajo cuestionamiento la supuesta ‘inacción’ de los policías bolivianos que recibieron el referido mensaje y no hicieron nada para evitar el luctuoso hecho.

En septiembre pasado, en menos de 24 horas, se registraron tres asesinatos bajo similares características; dos de ellos cuando los pistoleros abrieron fuego contra sus víctimas en una riña de gallos y un tercero en plena vía pública. Días antes, en el mismo mes, se produjo el hallazgo macabro del cuerpo de un joven de 19 años descuartizado y carbonizado en un municipio aledaño a la capital de la provincia Sandoval. 

Las pesquisas no han permitido hasta la fecha el esclarecimiento de esos estremecedores casos. Desde enero a la fecha se han contabilizado 10 asesinatos en San Matías donde se estarían dando disputas entre bandas criminales brasileñas y de otros países, dedicadas al narcotráfico y cuya presencia las autoridades de gobierno niegan rotundamente.

Promediando los años 90 del siglo pasado, EL DEBER realizó un trabajo de investigación sobre la violencia en San Matías. Esa vez, al enviado de esta casa periodística le fue posible constatar la presencia de mafiosos brasileños con amplio prontuario criminal en su país y que se campeaban libremente por las calles del pueblo, tras atravesar sin problema alguno el paso fronterizo escasamente controlado. 

En ese tiempo la población matieña alcanzaba a las 10.000 almas cuya seguridad estaba a cargo de un puñado de policías que apenas contaban con un revólver y una bicicleta para sus ‘patrullajes’. A la fecha, los ciudadanos suman el doble, con recursos de la Gobernación cruceña fue construida una moderna Estación Policial Integral pero el Gobierno central no ha provisto la suficiente cantidad de uniformados ni el equipo necesario para frenar la oleada violenta, resguardar el orden público y garantizar la tranquilidad de la gente.

San Matías es un territorio donde el Estado brilla por su ausencia. Sus autoridades y pobladores están cansados del ‘show’ que monta el Órgano Ejecutivo con aparatosos movimientos de tropas cada vez que la violencia golpea sus puertas. Las soluciones que urgen son de fondo y definitivas. No sirven los parches para los graves problemas que aquejan a ese distante y olvidado girón de la patria.