24 de septiembre de 2023, 14:55 PM
24 de septiembre de 2023, 14:55 PM

El departamento de Santa Cruz está de fiesta y celebra haciendo gala de sus virtudes que se vuelcan generosas hacia todos los bolivianos. Es un departamento que acoge a cientos de miles de habitantes que llegan del interior y exterior del país, porque se ha convertido en el sueño de los que quieren vivir mejor, vivir bien, y porque todos saben que aquí se respira libertad, a pesar de todas las cortapisas que se ponen a las iniciativas de progreso.

Los que saben de política y economía afirman con contundencia que es en el departamento de Santa Cruz donde se definen los temas más importantes del país. Es aquí donde mayor éxito tienen las iniciativas privadas (grandes y pequeñas) de gente que quiere que sus sueños se hagan realidad.

Con cuatro millones de habitantes, de acuerdo con el Instituto Cruceño de Estadística (ICE), el departamento tiene una tasa de crecimiento del 4,6% y la región metropolitana crece al 5,52% (ambas cifras están por encima del índice nacional); eso significa que 100.000 personas llegan cada año al área más poblada del país. Y Santa Cruz las recibe con los brazos abiertos, a pesar de que los presupuestos no siempre son suficientes para abastecer con los servicios necesarios.

Más del 60% de los habitantes es menor de 30 años y eso genera una oportunidad inigualable de productividad en el departamento, aunque el sistema económico no está libre del cáncer nacional de la informalidad. Pese a ello, en esta tierra hay mejores oportunidades de trabajo y eso atrae como imán a trabajadores y a industriales que eligen instalarse en esta región.

Las prestaciones de salud, a pesar de sus limitaciones, son la esperanza de miles de pacientes de otros departamentos y eso es algo que engrandece a esta tierra, que abraza con generosidad.

El sueño cruceño es la otra cara de la moneda del estatismo impulsado desde el Gobierno. A pesar de las bandas de precios, de las restricciones a las exportaciones, de los avasallamientos de tierras, de la competencia desleal de empresas del Estado, las iniciativas privadas florecen como los tajibos en primavera y los cruceños, fieles a la tradición cultivada por décadas, no se amilanan ante las dificultades, sino que buscan soluciones creativas para seguir adelante.

Son muchas las cualidades, pero también son varias las dificultades. Este año, Santa Cruz celebra su efeméride sin su gobernador y después de haber sido reprimida cuando protestaba para que liberen a la autoridad elegida por mayoría en las urnas. La conmemoración se da en un clima de polarización; por un lado, el Gobierno nacional, y por otro el departamental. Sería un gran mensaje al pueblo si las autoridades fueran capaces de trabajar de manera coordinada, aunque no tengan la misma ideología; no obstante, eso se ve como una utopía por ahora.

Si la clase política no da señales de concertación, la sociedad civil y la ciudadanía organizada son el motor de las transformaciones que nacen en Santa Cruz y que se irradian a Bolivia. Aquí nacieron las protestas contra la reelección indefinida, contra el fraude electoral y por la realización de un censo oportuno.

Quizás por eso devienen acciones destinadas a perjudicar a la región, como la seguidilla de bloqueos que, pese a ser sostenidos, no logran frenar la pujanza de hombres y mujeres de esta tierra.

Con todo, en Santa Cruz está el presente y el futuro de Bolivia. Esa es tremenda responsabilidad para cruceños y bolivianos. Es importante que converjan las intenciones y las fortalezas. De lo que pase en esta región dependerá el futuro de Bolivia.