3 de marzo de 2021, 5:00 AM
3 de marzo de 2021, 5:00 AM


Aquello que tanto se temía, que llegado el momento las autoridades podrían hacer política con las vacunas, finalmente está ocurriendo: así lo demuestran cuando menos dos hechos con el reciente lote de los inyectables chinos de Sinopharm.

El primero de ellos es la cuando menos arbitraria selección de beneficiarios de 63 vacunas dispuestas por el Gobierno nacional en un acto el jueves pasado, cuando se vacunó a personas que no tienen ninguna enfermedad de base, como manda el orden de prelación establecido para los primeros lotes del inmunizante.

Según el Servicio Departamental de Salud (Sede) de Santa Cruz, de las 63 personas inmunizadas aquel día en el Cenetrop, 15 no registran ninguna patología de base y otras diez figuran como si tuvieran alguna enfermedad, pero no se especifica de qué dolencia se trata.

Entre los otros, hay diez personas con diabetes, 22 con hipertensión, dos con obesidad, tres con cáncer, una con asma. Sin embargo, entre los hipertensos aparece una persona de 18 años, lo que llamó la atención de las autoridades departamentales, que entienden el caso como raro, porque esa patología afecta principalmente a los adultos mayores.

El problema no solo es la arbitrariedad y el uso político de las vacunas, así sea en pequeñas cantidades, sino también que ese acto salió de toda planificación y lógica que debieran cuidarse meticulosamente para evitar caer en los mismos escándalos que se han producido en Argentina, Perú y otras naciones donde se aplicó algunas vacunas a personas cercanas a los entornos del poder político sin ser parte de los grupos de riesgo.

La segunda señal de politización con las vacunas es la cantidad de trabas que el Gobierno central está poniendo a gobernaciones y alcaldías que tienen la intención de importar por cuenta propia lotes de vacunas para la población.

El Gobierno dice y reitera que no hay objeción a que lo hagan, pero en el camino, las alcaldías y gobernaciones que han querido hacerlo se han encontrado con muchos obstáculos burocráticos que desmienten la supuesta apertura del Gobierno central.

Es tiempo de campaña, lo sabemos, pero es que en este caso se trata de vacunas que pueden salvar vidas y al menos por esa razón las autoridades nacionales debieran abstenerse de hacer política con un asunto tan sensible.

Todos los esfuerzos por hacer nuevas compras directas del inyectable suman: incluso las iniciativas privadas de farmacias del país son bienvenidas. El Gobierno central no tiene por qué concentrar de manera monopólica la adquisición y distribución de las dosis.

Si verdaderamente hay disposición a contribuir a inmunizar lo más pronto posible a toda la población vacunable del país, el Ministerio de Salud en lugar de poner muros tendría que allanar el camino simplificando los trámites de importación por gobiernos regionales o locales.

Que no hagan política con la vacuna, por lo menos con eso no. En ese sentido, no pasó inadvertida la presencia de los candidatos cruceños del MAS a la Alcaldía y Gobernación de esta región en el acto de recepción de las vacunas chinas. ¿Qué tenían ellos que hacer allí? El ministro de Salud, Jeyson Auza, decía hace pocas horas que las vacunas no son de ninguna Gobernación ni ningún Sedes. Es verdad. Y mucho menos son del MAS, habría que agregar a sus expresiones.

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