Opinión

Somos un país tercermundista

8 de enero de 2021, 5:00 AM
8 de enero de 2021, 5:00 AM

Más por motivos de un falso orgullo nacional que de la realidad, por lo menos en el caso boliviano, se modificó la calificación de país subdesarrollado por país en vías de desarrollo, como si ese cambio de denominación diera lugar a transformaciones en los países.

La realidad, inexorablemente, se aplica a las personas, a los países y a toda actividad que se desarrolle y después del transcurrir de muchos años en los que el cambio conceptual señalado a países en vías de desarrollo, que tenía más connotación de tipo económico, vemos con claridad que nosotros no solo seguimos siendo un país subdesarrollado, sino que nos encontramos inmersos en ser un país tercermundista y la conducta del boliviano, sea gobernante, trabajador, desempleado, profesional, empresario o lo que fuere, se encuentra dentro de ese pobre y triste concepto de que formamos parte y no solo formamos parte, lo hacemos con nuestras conductas de que no podemos superar de ser un país tercermundista.

El concepto de tercermundista tiene que ver con el desarrollo social y económico, no podemos dejar de lado con el desarrollo de la mentalidad propia del boliviano, los políticos (los de antes y también los actuales) utilizan los términos de mejoramiento, de avance, de perfeccionamiento, que son conceptos subjetivos que en nada tiene que ver con la realidad de los bolivianos. Leía en algún lugar que los ofrecimientos de los políticos para mejorar la salud, comida, techo, empleo, son exactamente lo que se les ofrece a los hámsters, para que se los pueda estudiar en los gabinetes de experimentación.

Cómo no vamos a ser tercermundistas, si se puso en funcionamiento un hospital de tercer nivel en Montero, y, no existe explicación lógica, se suspendieron todos los servicios médicos, porque no tenían personal para atender, porque el Gobierno central no asignaba fondos. Aclaremos que una cosa es el problema sanitario por el coronavirus, y otra que es el problema de salud que se presenta en la población por otras enfermedades y teniendo una infraestructura moderna y nueva, no funcione porque no tienen personal para atender los casos. Si bien se ha reabierto la atención, ya se presentó el problema y puede volver a presentarse nuevamente en cualquier momento. Eso es propio de un país tercermundista.

Otro caso también de salud y que no tiene ninguna relación con el coronavirus, una parturienta ya en trabajo de parto, fue llevada en un taxi a un hospital y no quisieron recibirla y el taxista dentro de su vehículo, ante la indiferencia de médicos y enfermeras de ese hospital, tuvo que atender con sus propias manos y a su leal saber y entender, el parto que felizmente fue exitoso. Este es un caso propio de un país tercermundista.

Son dos lamentables muestras del tercermundismo boliviano relacionados con la salud, y no me estoy refiriendo a los graves problemas que se están presentando propios del coronavirus, donde vemos a profesionales médicos mendigando para que se les asigne ítems o recursos o una cantidad enorme de profesionales sin trabajo. Y es un problema nacional, departamental y municipal, que ha dado lugar a que los candidatos a gobernadores o alcaldes empiecen a ofrecer el oro y el moro y cuando estuvieron algunos de esos candidatos en funciones públicas no lo hicieron y si ganan, sabemos que tampoco lo van a hacer.

Para cerrar el rosario de barbaridades que tenemos que vivir, aguantar y sufrir en este país tercermundista, tenemos a los pobladores cercanos a los lugares de entierro de basura y que por cualquier motivo bloquean el ingreso de los carros basureros y las ciudades tienen que aguantar con la basura acumulada, sin que autoridad alguna pueda poner orden en estos problemas.

 



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