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15 de octubre de 2024, 3:00 AM
15 de octubre de 2024, 3:00 AM

Anny Quezada

Subgerente de Tecnología en CAINCO

Hablar de transformación digital en Bolivia es hablar de un desafío que parece hacerse más complejo cada día y demanda no solo pensar en tecnología sino en adaptación y flexibilidad. Las empresas bolivianas han tenido que sortear dificultades importantes, sobre todo en un escenario económico inestable.

Modelos como el software como servicio, conocido como SaaS, que en algún momento fue considerada la solución ideal por su facilidad de implementación, ha comenzado a tambalearse bajo el peso de los costos y la incertidumbre financiera. Muchas empresas se han visto obligadas a replantear sus estrategias digitales, haciendo un balance entre la operatividad, perspectivas de crecimiento y, sobre todo, incorporando conceptos como la sostenibilidad en materia de transformación digital. En otras palabras, la innovación no se detiene, sino busca nuevas maneras aun en escenarios complejos.

Las crisis son también oportunidades, momentos que nos empujan o a repensar cómo hacemos las cosas. Nos obligan a explorar soluciones que, no solo resuelvan las necesidades tecnológicas actuales, sino que también sean adecuadas para nuestra realidad económica. En este sentido, el código abierto emerge como una opción viable, al ofrecer mayor control y evitar dependencias con grandes proveedores internacionales. Sin embargo, no es la única alternativa. Los desarrollos a medida también pueden ser soluciones efectivas, especialmente cuando se requiere mayor especificidad y, por otro lado, el tiempo de implementación puede ajustarse a las necesidades del negocio. Claro, esto implica contar con equipos de desarrollo preparados y alineados con los objetivos de la empresa.

Lo más importante en este momento no es solo optar por soluciones personalizables o específicas, sino por aquellas que sean prácticas y viables en la coyuntura actual. Es aquí donde la estandarización puede jugar un papel clave. Adoptar soluciones que se adapten a estándares probados, sin caer en la tentación de personalizarlas en exceso, puede evitar problemas futuros y facilitar el crecimiento. El enfoque debe estar en soluciones tecnológicas que sean confiables, sostenibles y fáciles de escalar sin comprometer la agilidad operativa.

Lo importante es tener claro que no existe una solución mágica que funcione para todas las empresas. Cada una debe encontrar su propio equilibrio, su propia forma de avanzar. Y no se trata solo de tecnología. La transformación digital es, en el fondo, una transformación cultural. Es cambiar la forma en la que pensamos y operamos. Es tener la capacidad de adaptarnos rápidamente, de ser flexibles y de no quedarnos estancados en modelos que, aunque hayan funcionado en el pasado, hoy nos limitan.

A menudo escucho a líderes empresariales preguntarse si es el momento adecuado para invertir en digitalización, dada la incertidumbre que vivimos. Mi respuesta siempre es la misma: la digitalización no es una opción; es una necesidad. Pero debe hacerse de manera inteligente, pensando en el largo plazo, evaluando bien cada paso y estando dispuestos a ser flexibles, sin perder el horizonte. La clave está en encontrar soluciones que no solo sean sostenibles, sino que también sean resilientes frente a los cambios que vendrán.

Y estoy segura de que, a pesar de los retos, Bolivia tiene todo el potencial para construir un futuro digital ágil, flexible y, lo más importante, verdaderamente sostenible.

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