10 de junio de 2021, 5:00 AM
10 de junio de 2021, 5:00 AM

El martes se agarraron a los golpes dos parlamentarios en la Asamblea Legislativa Plurinacional. El video del espectáculo recorrió todas las redes sociales, medios de comunicación nacionales, y los noticiarios de otros países le pusieron diversión a sus sectores de información internacional con las imágenes de los dos bolivianos pugilistas.

Hasta ahí, el retrato de la vergüenza y del bochorno que viene de aquellos que antiguamente se llamaban “padres de la Patria”, título que a fuerza de una práctica cada vez más cuestionada ha quedado invalidada hace ya varios años para designar a los diputados y senadores bolivianos.

Ahora quedan por determinar las razones y el contexto en el que se produjo ese enfrentamiento en el hemiciclo donde se aprueban las leyes. Un informe de EL DEBER revela que desde el viernes de la anterior semana se produjo una inusual promoción de la interpelación al ministro de Gobierno, Carlos Eduardo del Castillo, por redes sociales, impulsada por grupos del oficialismo, incluso con el anuncio de que en el acto interpelatorio se producirían revelaciones.

El lunes, el mismo ministro Del Castillo tuiteó tres mensajes en alusión a su próxima comparecencia en la Asamblea Legislativa.

Finalmente, la mañana del martes, es decir horas antes del enfrentamiento, se produjo una reunión de la bancada del Movimiento Al Socialismo junto con el ministro Del Castillo. Diputados de ese partido no quisieron revelar el contenido de ese encuentro, y solo mencionaron, genéricamente, una supuesta coordinación.

En esa reunión entregaron a los parlamentarios del MAS carteles que durante la interpelación se mostraron desde sus asientos, denunciaron diputados y senadores de la oposición en sus intervenciones en la Cámara.

A la hora de la interpelación, en las puertas del Parlamento había un grupo de personas que se presentaron como familiares de fallecidos en Senkata y Sacaba durante los enfrentamientos de noviembre de 2019.

Esos son los hechos que, a manera de contexto, acompañaron a lo que finalmente ocurriría en la interpelación al ministro de Gobierno, que debía responder por la detención de la expresidenta Jeanine Áñez.

En los instantes previos a la trifulca, el ministro Del Castillo tuvo expresiones duras contra los legisladores de la oposición y les dijo: “Ustedes quieren esconder los crímenes, son unos cómplices, cómplices, cómplices, asesinos, cómplices de la corrupción, cómplices del narcotráfico”. A esas alturas, la sesión era un completo caos, y los gritos de unos y otros no pudieron ser controlados por el presidente de la Cámara de Diputados, Freddy Mamani.

En ese momento es que el senador Henry Montero, de la agrupación Creemos, se acerca a la testera para pedir al que presidía la sesión que haga respetar la investidura de los asambleístas insultados por Del Castillo. El resto ya se conoce por las imágenes de la gresca: se acerca el diputado Antonio Colque, del MAS, y después de unos forcejeos con el senador Montero es el diputado quien lanza los dos primeros golpes de puño de los varios que se verían después, y que principalmente le llegarían a él en la reacción de Montero.

Si todo fue armado como una provocación o no, es algo de lo que se puede especular mucho, y que probablemente no se llegará a determinar con precisión. Lo que por lo menos queda claro en este triste episodio es que la condición indígena de uno de los contrincantes nada tuvo que ver en la gresca, ni hubo racismo ni discriminación, como se insinúa desde el MAS, porque el que comenzó todo fue el diputado vestido con ropa tradicional de su región y después llevó la peor parte, por llamarlo de alguna manera.

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