29 de junio de 2022, 4:00 AM
29 de junio de 2022, 4:00 AM


La última elección realizada en Colombia se ha decantado por el candidato representante de la nueva izquierda latinoamericana, que sigue tiñendo de un intenso rojizo (los únicos rojos completos son Cuba, Nicaragua y Venezuela) a todos los países latinoamericanos con tres excepciones, Brasil, a la que se le acercan unas elecciones presidenciales que pueden torcer el esquema y que triunfe su candidato Lula, con lo cual quedarían únicamente Ecuador, a pesar de que a su Gobierno le están apretando la cuerda -campesinos mediante- para hacer ingobernable ese país y Uruguay, que superó ese socialismo del siglo XXI, con una propuesta de trabajo y progreso y así le está yendo bien, como país serio y que progresa.

Qué nos muestran los resultados de las elecciones colombianas, que ya se han agotado todos aquellos esquemas de gobernabilidad sustentados en un neoliberalismo que no dio las respuestas que busca y necesita el pueblo. Es muy fácil acercar al pueblo a pensamientos más populistas teñidos de ese rojizo intenso del socialismo del siglo XXI, porque se pueden prometer muchas cosas y le abren las esperanzas al pueblo, que se cumplan después, eso es harina de otro costal, pero la esperanza, la posibilidad de que van a mejorar sus condiciones de vida, que tendrán acceso a los bienes de capital, que no les va a faltar nada, son las campanitas que van por delante obnubilando la mente de los que están necesitados que les ofrezcan, aunque después se confirmen las imposibilidades de cumplimiento de esos ofrecimientos demagógicos pero muy útiles para obtener lo que están buscando. Asumir el poder y una vez encaramados en este, si te prometí algo no me acuerdo, pero a partir de acá, hago lo que me mandan que haga, porque las directrices vienen de altos niveles en el exterior de los países y los gobernantes elegidos que responden al socialismo del siglo XXI, utilizan la mentira como principal arma y el engaño como sostén de lo que prometen, utilizando un léxico muy bien apropiado de la forma como se expresa el pueblo.

Y la otra parte del pueblo. Que intentó con sus propios candidatos hacer frente a esa avasallante y muy bien preparada fuerza rojiza, empieza con una cojera que desde el inicio va dando ventaja en la carrera para ganar elecciones y, se trata de sus candidatos, ya hemos visto, en el caso colombiano, que estuvo como principal propuesta de triunfo contra el actual ganador, a una persona sin formación política, con más ganas de hacer algo, cualquier cosa, y ganar las elecciones, pero al igual que en los demás países latinoamericanos (excepto Brasil hace años y ahora Uruguay y Ecuador) la ausencia de líderes, de personalidades capaces de ofrecer otro cambio, estuvo marcada por la mediocridad y la ausencia de una ideología que enamore al pueblo.

Un caso que puede volverse patético es el de Chile, en el que además del cambio político, se está trabajando en el cambio de la Constitución Política para que esta norma fundamental responda a los lineamientos del socialismo del siglo XXI y con una Constitución como esa, ya tenemos la experiencia boliviana que saben cómo y cuándo utilizar las normas de la Constitución y cuándo no hacerlo, de una manera que engañosamente parece siguiera los lineamientos constitucionales.

En Bolivia, además de todos esos aspectos mencionados, tenemos un agravante que es muy difícil que pueda solucionarse en un corto plazo, la ausencia y falta de liderazgo político que muestre el camino y el derrotero que se debe empezar a transitar para poder hacer frente al Gobierno, que sabemos tiene ese intenso tinte rojizo del socialismo del siglo XXI.

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