10 de febrero de 2022, 4:00 AM
10 de febrero de 2022, 4:00 AM


Hoy comienza el juicio contra la ex presidenta constitucional Jeanine Áñez por el denominado “caso Golpe II” que contra viento y marea lleva el Gobierno de Luis Arce, por influencia directa de Evo Morales, para condenar a una mujer que tuvo la desgracia de ocupar la segunda vicepresidencia del Senado en un momento en que todos los que estaban por arriba de ella renunciaron y no le quedó más alternativa que asumir la Presidencia por sucesión constitucional, en medio de un peligroso vacío de poder tras la renuncia y huida de Morales por el fraude electoral.

Jeanine Áñez llegará al juicio tras 11 meses de detención arbitraria, en la que se le negaron sistemáticamente sus derechos, entre ellos a la atención médica, a defenderse en libertad o al menos con detención domiciliaria, y se la trató ignorando premeditadamente su condición de exmandataria del país, y se la llamó incluso “delincuente”.

Cuando la historia registre este caso, en un momento en que se recupere la institucionalidad y democracia auténtica, Bolivia citará el maltrato a la expresidenta Jeanine Áñez como uno de los peores ejemplos del abuso político y de la podredumbre de la justicia boliviana, y será un caso de vergüenza que se citará en centros de enseñanza superior de América Latina.

Ayer Áñez anunció, a través de una carta leída por su hija Carolina Ribera durante una entrevista con EL DEBER Radio, que ingresaba a una huelga de hambre, como recurso extremo de su desesperación por haberse topado con un país sin justicia ni ley, para llamar la atención de la comunidad internacional, para que sepan “que la justicia es de Evo Morales y Luis Arce”.

En la misiva, ella dice que sus últimas fuerzas serán para demostrar que esos hombres, “machos del poder, no podrán ocultar de la historia el fraude que cometieron”.

Con Jeanine Áñez se vulneraron y forzaron todos los procedimientos. Primero se ordenó contra ella una detención en prisión por seis meses, y antes de que se cumpla ese plazo le inventaron un nuevo proceso por el mismo caso solo con el objetivo de ordenar otro medio año adicional de detención.

Ninguno de los recursos que Áñez presentó en su defensa fue atendido: con ella la justicia actuó enceguecida porque no escuchó ni valoró ninguno de sus argumentos, porque dijera lo que dijera, presentara lo que presentara, los jueces estaban obligados a negarle todos los incidentes para que continúe en la cárcel, porque así se lo mandaron desde otro poder del Estado.

Y si eso ocurrió en esta etapa, a nadie le queda dudas de que durante el juicio se procederá con la misma instrucción política y pase lo que pase, Jeanine Áñez será sentenciada a una pena ejemplarizadora de cárcel para que nadie más en el futuro se anime a asumir el poder, para que sepa que por muy legítima que fuera su llegada a la silla presidencial, el MAS se encargará después de destrozarlo. Y si hay venganza política personal como en este caso ocurre con Evo Morales contra Jeanine Áñez, peor le irá. Ese es el mensaje.

La historia también comparará que incluso a dictadores militares del pasado se les reconoció su derecho a la legítima defensa, se les respetó su condición de exmandatarios; por eso con Luis García Meza, por ejemplo, se desarrolló un largo y correcto juicio de responsabilidades. Con Jeanine no, con ella no hay ninguna contemplación. Además, como es mujer, la ven más vulnerable y hasta una carga de recalcitrante machismo se puede percibir contra ella desde los máximos jefes del MAS.

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