Opinión

Un nuevo momento

29 de noviembre de 2019, 4:00 AM
29 de noviembre de 2019, 4:00 AM

El 24 de noviembre el país ingresó a una nueva etapa con la promulgación de la convocatoria a nuevas elecciones generales. Paulatinamente el Estado de Derecho está retornando y, con ello, la consolidación de la democracia representativa. Es un nuevo periodo donde la discusión de ideas puede ser más amplia y plural; y las diferencias pueden zanjarse mediante vías pacíficas y respetuosas de la libertad.

Aunque los conflictos habrían implicado hasta $us1.000 millones de actividad menos en el año, se los puede considerar como una inversión de $us 90 por habitante o 2% del ingreso anual. Esto en virtud de que los países democráticos tienen en promedio un ingreso por habitante más alto de 20% en el largo plazo en relación a los que no lo son, según investigaciones de Daron Acemoglu y James Robinson, autores del célebre libro Por qué fracasan las naciones.

En los siguientes meses corresponde discutir sobre cuál es el proyecto país que queremos en términos económico y sociales.

Hasta el presente hemos estado enmarcados en la visión de desarrollo del anterior gobierno que tiene un fuerte énfasis en el sector público, tanto como emprendedor y mucho más como regulador.

Estadísticas que elaboramos en el Centro Boliviano de Economía (Cebec) nos indican que la producción o PIB del sector público se mantuvo en $us 14 mil millones en los últimos 5 años, mientras que la producción privada aumentó de $us 17 mil a $us 27 mil millones. Señal clara que el enfoque estatista estaba llegando a su fin por la baja posibilidad de proveer más recursos a la economía.

En tal sentido, la discusión se debe centrar en cómo procuraremos más bienestar económico y social a la población de forma sostenible. Es hora de comenzar a dar vuelta la página, porque sino nos quedaremos enfrascados en una discusión estéril sobre el pasado que pudo ser, sin concentrar esfuerzos en el futuro que se puede cambiar.

Esto no implica que no se deba hacer un análisis y un diagnóstico objetivo y riguroso de cómo está la economía boliviana al presente, porque circulan “leyendas urbanas” que atribuyen todos los éxitos o todos los fracasos al gobierno anterior; y riguroso porque debe ser más que un simple tweet o un post en Facebook, sino al menos un documento fundamentado.

Sobre esa base, ya es hora de discutir las políticas públicas que nuestro país necesita para reencauzar su ruta hacia el desarrollo sostenible. Es conveniente que abordemos qué queremos cambiar, qué debemos desechar y qué nuevos retos tenemos para afrontar en lo económico y social.

Una visión refundacional podría ser muy nociva en este momento, además que nos acercaría al populismo, una de cuyas características es el revisionismo. Tendremos que rescatar aquello, poco o mucho, que debe mantenerse en lo simbólico y lo práctico en el país.

Las elecciones son una gran oportunidad para Bolivia puesto que podremos forjar los acuerdos que el país necesita de forma pacífica y democrática. Por ejemplo, Chile se enfrenta al dilema de cómo encauzar las necesidades legítimas de la sociedad sin recurrir a la vía de la violencia. De momento se baraja en el país vecino una constituyente.

Nosotros ya pasamos por la constituyente y ahora por elecciones. Podemos discutir libre y soberanamente sobre las prioridades económicas y sociales. Y mientras ocurre la discusión, el gobierno transitorio tiene la tarea de conducir la economía tal como lo ha hecho en lo político; es decir, para bien.

En esa línea, es imperativo que se den las señales claras sobre la preservación de la estabilidad en el presupuesto 2020, que se priorice adecuadamente la inversión pública y que existan los incentivos correctos para que el emprendimiento florezca. Asumamos pues, el nuevo momento.



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