Una sugerencia para reducir el fanatismo
Cada mañana a eso de las siete, salvo lunes y miércoles, voy a comprar pan a la tienda del barrio. Es un punto de encuentro e intercambio de opiniones entre caseros.
—Todo está subiendo y el bloqueo está peor—comentó atribulada una casera.
—Sí, ¿qué haremos? Los panaderos han dicho que ya no van a hacer la marraqueta porque no tienen harina–respondió preocupada la propietaria de la tienda.
—¿Qué dices vos que sales por Tiktok y por la tele? ¿Crees que va a mejorar o empeorar la situación?—me preguntó la casera.
—Todo tiende a empeorar, señora; mire la fila para la gasolina—respondí, y cuando estaba por fundamentar otra señora me interrumpió.
—Usted debe ser de la derecha; por eso, dice que va a empeorar la situación.
—Los datos, Señora, indican que la situación se agravará; la crisis económica no es reciente, comenzó hace años—repliqué y cuando estaba por argumentar, la señora me interrumpió otra vez.
—La derecha habla mal del Evo; gracias a él tenemos carreteras, escuelas, antes de él no había nada.
Cuando estaba a punto de explicar las causas de la crisis, mi yo me dijo: un momento, no lograrás persuadir a la señora, ni siquiera mencionaste a don Evo y ella creyó que sí; mejor vete a casa con tu pancito.
Volví pensando sobre la actitud de la señora que no quería escuchar nada que desafíe sus creencias o conclusiones. Su sesgo cognitivo de confirmación era alto. Esa reacción estuvo rebotando en mis cabeza durante horas.
El escritor británico Clive Staples Lewis, más conocido como C.S. Lewis, autor de Las Crónicas de Narnia, escribió: “Puedo que esté lleno de bondad y sentido común, pero habita en un mundo minúsculo en el que deberíamos sentirnos asfixiados. El hombre que se conforma con ser sólo él mismo y, por tanto, un ser reducido, se encuentra en una cárcel. Mis propios ojos no me bastan, veré a través de los demás. La realidad, incluso vista a través de los ojos de muchos, no es suficiente. Veré lo que otros han inventado”.
Este texto está en el libro “La experiencia de la lectura”, un ensayo filosófico -literario sobre el valor de la lectura para empatizar y explorar la diversidad humana. Las personas tenemos una Caverna de Platón en nuestras cabezas; corremos el riesgo de quedarnos en esa Caverna si no nos animamos a ver la realidad desde otros ojos, desde otras mentes.
La señora cree que todo comenzó en un determinado momento y con una determinada persona porque sus puntos de referencia y quizá de experiencia comienzan ahí. Ella y yo tenemos historias distintas, orígenes diferentes, culturas variadas, pero vivimos en una sola realidad. Entonces, ¿por qué ella ve de una determinada manera esa realidad y por qué yo de otra?
La diferencia está en los inputs. Ella no está expuesta a los medios de comunicación que yo estoy expuesto, tampoco a los libros que leo o al grupo social que frecuento. Ella quizá lee otros textos, se informa a través de otros medios e interactúa en otros círculos.
Si bien la época de nacimiento, el lugar, las circunstancias y los genes determinan el perfil de una persona, el círculo social o grupo puede ser determinante. La neurociencia concluyó que en esa interacción se activan las neuronas espejo tanto cuando una persona realiza una acción como cuando observa a otra persona realizar la misma acción. Estas neuronas facilitan el aprendizaje observacional, permitiendo a los individuos aprender conductas al observar a otros. Por ello, las encuestas no preguntan a toda la población, sólo toman una muestra dividida en segmentos.
La socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann explica, en su libro "la espiral del silencio: Opinión pública, nuestra piel social", que la opinión pública es una fuerza social que regula el comportamiento de las personas, ya que determina lo que es aceptable expresar y lo que no. ¿Cómo cambiar la opinión de la casera y otras personas como ella, capaces de bloquear a su propia gente para evitar que el político que admiran sea investigado por un caso de estupro?
Parece difícil, pero no tanto si nos proponemos ver a través de los ojos de esas personas la realidad como sugiere C.S. Lewis. Comenzar diciéndoles que están equivocadas puede ser contraproducente porque generará en ellas el sesgo cognitivo denominado perseverancia en las creencias.
Mientras más les digas que están erradas, más se aferrarán a sus creencias. Entonces, queda comenzar empatizando y produciendo información desde sus ojos, pero a la vez desafiando sus mundos. Decir a una persona que tiene razón, pero hay algo más que debe saber, puede desbloquear sus resistencias mentales.
Practicar la humildad intelectual es una señal importante para el interlocutor que está en una posición radicalmente contraria. Demostrar predisposición a admitir que uno no lo sabe todo, que podría estar equivocado y que incluso está dispuesto a cambiar de opinión, puede abrir la mente de la otra persona hacia el pensamiento crítico.
Entonces, la misma persona puede llegar a cuestionar sus creencias hasta buscar otras fuentes de información basada en evidencias, datos y testimonios reales. No es un trabajo fácil. El fanatismo no cambiará en una charla, sino en muchas, y, a través de información y comunicación interpeladora, pero no ofensiva.
Volveré a hablar con la señora las veces que sea necesario. Que me diga derechista no me preocupa, sí me preocupa que reduzca su mundo a un grupo aislado donde el control de opinión es autoritario y donde hay una cúpula que piensa lo que piensa y actúa como actúa porque su bienestar económico y la satisfacción de sus objetivos de poder depende de la manipulación de almas.
Esa cúpula no sólo difunde la mentira sabiendo que es mentira, sino creyendo su propia mentira.
Es una tarea de todos porque una sociedad con gente fanática deriva en una polis autoritaria, aniquiladora de la diversidad, que es fuente de creatividad y motor que mueve la naturaleza humana hacia el uso de la razón para colaborar, mejorarse y mejorar la convivencia en comunidad. Estamos diseñados para colaborarnos, más que para bloquearnos.