5 de diciembre de 2022, 5:00 AM
5 de diciembre de 2022, 5:00 AM


Utama, una película boliviana excelsa y actual, empezó a tener una reputación bastante distinguida y valorada en varios festivales de cine, que a mi parecer no solo se debe a la acertada y creativa producción de una poesía fílmica, sino que se debe también al manejo de una temática muy relevante en lo que concierne al cambio climático y sus consecuencias, como lo es la sequía en la película. 

Esta película tiene que ser considerada por el espectador boliviano como un llamado a la inexcusable reflexión nacional, tiene que servirnos de espejo, no solo para alimentar el ego, por el hecho de que un producto nuestro esté siendo bien recibido en el exterior, sino que nos ayude a observar esos pequeños detalles que, en el trasfondo de la historia de dos ancianos, nos sirven para comprender cómo un drama familiar refleja una problemática colectiva. Este filme es un producto cultural valioso para impulsarnos un cambio de perspectiva.

La realidad sociocultural en nuestro país es inherentemente compleja, entenderla mediante análisis sociológicos, estadísticos y psicológicos requiere de una considerable cantidad de tiempo y de recursos académicos e informativos, sin embargo, el arte muchas veces nos ayuda a simplificar la complejidad de una realidad por medio de su expresividad representativa, en este caso en particular, por medio del cine. 

Pues Utama es ese producto artístico que nos permite observar la realidad alejada de las ciudades, nos permite ver un “otro generacional”, facilita la visión del sufrimiento de aquellos solitarios que solo buscan sobrevivir ante las limitaciones ambientales, frente a un silencio político que no les garantiza provisión de agua para sus sembradíos o para su famélico ganado camélido.

Buscando coherencia cronológica con nuestro presente a través de la película, podemos preguntarnos: ¿Será que los candidatos a la presidencia, que tenían apoyo urbano asegurado, pudieron llegar hasta esas agrestes localidades alejadas del país para promover sus proyectos y obtener su apoyo? ¿Será que las mujeres de esas comunidades tienen acceso a una justicia eficiente cuando son víctimas de maltrato viviendo en familias con vestigios patriarcales? ¿Será que la migración del área rural a las ciudades se convierte en un problema derivado de la mala gestión gubernamental expresada en catástrofes ambientales?  ¿Qué impacto tiene la economía de esas familias en el PIB? ¿O solo buscan sobrevivir?  ¿Las cuestiones geográficas y ambientales serán un determinante para la prosperidad?  ¿Cuántas de las personas que piden limosnas en las ciudades habrán dejado lo poco que tenían para probar suerte en las ciudades solo para no perecer?  ¿Qué tan seguro es nuestro suministro de agua en nuestro país? Estas interrogantes y muchas más son las que se pueden formular mediante la observación profunda y reflexiva de la película. 

Utama logró un cometido imprescindible con su realismo, logra exhibir la otra Bolivia, la Bolivia rural recóndita y precaria, cuya realidad aún tiene problemas y necesidades pendientes por resolver, una realidad que es diferente observarla, que interpretarla por medio de las estadísticas.

Esta película contemporánea nos proporciona una narrativa visual y circunstancial oportuna, es una herramienta que nos ayuda a ser más conscientes de la problemática nacional vigente (migración, crisis del agua, pobreza, cobertura sanitaria, entre otros más) que refleja en su trasfondo un esbozo de la realidad económica, ambiental, cultural y social que no conocemos muy bien como citadinos, pero que urge abordarlo.

No solo es un espejo para vernos, también es un llamado para seguir deambulando y explorando el largo camino del “autoconocimiento boliviano”, un elemento que necesitamos profundizar y construir, ahora más que nunca.