Un día el país volvió a creer. Hace algunos meses era muy difícil pensar que la selección boliviana estaría peleando una clasificación al Mundial.

21 de octubre de 2024, 10:27 AM
21 de octubre de 2024, 10:27 AM


Llevábamos tres victorias al hilo, y los hinchas de la Verde soñábamos con acumular una cuarta, sabíamos que era un reducto complicado; ni más ni menos el estadio Monumental de Buenos Aires visitando a Argentina, el último campeón del mundo y bicampeón de América. Dejamos los puntos, no se pudo, pero el semblante de los jugadores y de los seguidores de la Verde es distinto al de otros tiempos.

Vencimos a Venezuela en El Alto, logramos la hazaña en Santiago y le quitamos el invicto a Colombia. ¿Da para soñar? Por supuesto, y más aún viendo un plantel rejuvenecido al mando de un nuevo cuerpo técnico que se la jugó y al que hay que darle méritos.

La Verde venía golpeada, lesionada y abrumada ante la falta de resultados positivos. El punto de quiebre se dio en la Copa América 2024 que se disputó en Estados Unidos, con una Bolivia deslucida, sin argumentos y que apenas logró marcar un gol en tres partidos, acumulando, por supuesto, puras derrotas.

Era difícil imaginarse que después de eso nos meteríamos en zona de clasificación directa o de repechaje para la próxima Copa del Mundo. El cambio de timón resultó fantástico, así como también el cambio de sede—El Alto por La Paz—que sin duda alguna ha empezado a ser el gran aliado de una selección ordenada, compacta y que poco a poco se atreve a proponer una idea clara donde le toca jugar.

Óscar Villegas llegó a la dirección técnica de la selección, no prometiendo una clasificación al Mundial, pero sí solicitando apoyo y respeto a su proceso, algo que de momento se está viendo y que será primordial para alcanzar los objetivos trazados.

Hablar de una clasificación al Mundial es muy prematuro, aún queda mucho por jugar, pero sabemos que la fortaleza está en casa, en los 4.150 metros de altura sobre el nivel del mar del estadio Municipal de Villa Ingenio. Es ahí donde no debemos dejar escapar puntos y Villegas y sus dirigidos lo saben muy bien.

Esta es una selección con hambre de gloria, agresiva y que no le interesa quien esté en frente, pero sobre todo es un equipo que posee una fortaleza mental admirable, que no se deja derrumbar ante la adversidad y que tiene la capacidad de levantarse en los momentos más complicados.

Los próximos desafíos están a la vuelta de la esquina: Ecuador en Guayaquil el 14 de noviembre y Paraguay en El Alto el 19 del mismo mes. Como hinchas, solo nos queda apoyar, sabiendo que en el fútbol se puede ganar y perder, pero siempre estando del lado de nuestra selección, nuestra Verde.

Soñamos con clasificar al Mundial, pero ahora, lo más importante es volver a creer, volver a ilusionarse y volver a enamorarse de una selección que estuvo lesionada por más de tres décadas. ¿Estamos en el camino correcto? .