19 de noviembre de 2022, 7:00 AM
19 de noviembre de 2022, 7:00 AM



Tres días después de que un efectivo policial disparara un proyectil de gas lacrimógeno contra la pequeña humanidad de una bebé de 11 meses de edad en el Plan Tres Mil, la Policía boliviana no ha salido a explicar ni mucho menos a presentar o anunciar un proceso al policía que cometió tal barbaridad, que tendría que ser considerada como un intento de infanticidio.


El hecho ocurrió la noche del miércoles 16 en la zona del Plan Tres Mil, cuando la Policía apoyaba -otra atrocidad ya comentada y que en algún momento tendrá que merecer la atención de la ciudadanía- a los grupos de choque del Movimiento al Socialismo (MAS) en su enfrentamiento con vecinos de la zona que reclaman censo el año 2023.


Estéfani Méndez, la madre de la criatura, estaba junto a su esposo y la bebé en su carrito, retornando a su domicilio de una farmacia adonde habían acudido a comprar un remedio. De pronto se encontraron en medio del fuego cruzado y decidieron quedarse a esperar a que pasen los enfrentamientos para continuar su camino.

En ese momento un policía, que hacía parte de un grupo más grande de 15 uniformados montados en motocicletas, se acercó a la pareja y lanzó un gas contra la bebé. Como evidencia del acto criminal quedan las heridas de la pequeña, las mantas quemadas, parte del mismo carrito quemado, y hasta la mamadera con quemaduras.

El relato de la madre es estremecedor: ‘El policía nos miró, preparó su arma y lanzó el gas lacrimógeno al carrito de mi bebé. Tuve que agarrarla de los pies para sacarla. Si no hacía eso seguro que mi hija no estaría viva’.
Pero el atentado no quedó ahí. La madre relata que tras lanzar el gas, el policía se río de su hazaña y ante el reclamo de los padres él respondió que no era su problema y les dijo que se retiren del lugar y que ‘vayan a ver cómo la curan’. Enseguida se marchó.

La pequeña afrontó dificultades respiratorias por la inhalación del gas lacrimógeno, fue llevada de emergencia a un centro médico y después de permanecer más de 10 horas en observación fue dada de alta.

Un día después, el comandante departamental de la Policía, Jhonny Chávez, dio una conferencia de prensa para explicar su versión de los hechos en los enfrentamientos de la noche anterior, dijo que el objetivo de la Policía fue ‘contener y persuadir’ a los grupos que se enfrentaban, cuando todos vieron cómo los efectivos ayudan al grupo afín al MAS. Chávez dijo lo que quiso decir y se retiró del lugar sin responder las preguntas de los periodistas.

La Policía debe responder porque el acto criminal de uno de sus efectivos llegará hasta la justicia, como corresponde. Día que pasa, la Policía se anota cada vez más puntos en contra en este distanciamiento de la población a la que ataca brutalmente, lo que seguramente tendrá consecuencias cuando todo esto termine.

La complicidad política de todos esos atropellos es tan evidente, que incluso en el Concejo Municipal de Santa Cruz los concejales del MAS salen en defensa de la Policía. Ayer, la concejal Rosario Callejas, del Movimiento al Socialista, responsabilizó a la madre de la bebé y se preguntó ‘qué hacía esta señora a esa hora, arriba de las 12 de la noche’.

Callejas también cuestionó que el esposo de la madre sea extranjero y también se preguntó ‘qué hacía allí’ y concluyó que Estéfani Méndez estaba protegiendo a su pareja porque ‘hay cosas negras por descubrir’.
Esa es la lógica de los dirigentes de ese partido, que invierten los hechos con una facilidad pasmosa y que a los movilizados en las rotondas llaman ‘juntucha, gentuza’. Y nadie les dice nada.