“He visto muertos acarreando adobes”, les decía el entrenador Raúl Pino para animarlos y los albiverdes terminaron vapuleando a tricolores y celestes en dos jornadas épicas

12 de abril de 2021, 7:23 AM
12 de abril de 2021, 7:23 AM

Por: Chino Tapia 

El fútbol está lleno de historias épicas. Historias que perdurarán por siempre.

Una de esas páginas inolvidables la escribió Oriente Petrolero.

Fue en 1986. En el Apertura, The Strongest fue campeón al ganarle la final a Blooming, y repitió en el Clausura derrotando a Oriente Petrolero.

Para llegar a esa final fue que Oriente tuvo que realizar un par de proezas.

Primer episodio épico. Blooming había asegurado su pase a semifinales como líder del grupo A, y Oriente disputaba la segunda plaza con Litoral de La Paz. Llegaba casi desahuciado a la última fecha de la fase de grupos. Tenía dos puntos menos que los paceños y estaba obligado a ganarle por una diferencia de 7 goles para arrebatar el segundo puesto. Lo único a favor que tenía, es que jugaba en casa.

El desánimo había cundido en el equipo. Uno de los pocos que mantenía el optimismo era don Raúl Pino, entrenador albiverde, quien, cada vez que le consultaban si la hazaña era posible, respondía con una ocurrencia: “He visto muertos acarreando adobes”.

Claro, ‘El Mago’, hombre ducho y experimentado, conocedor de vestuarios, trataba de descomprimir el ambiente, levantarle el ánimo a sus dirigidos con sus habituales bromas y tratar de que no pierdan la fe. Por eso, en los entrenamientos previos al partido con Litoral, en todas las prácticas hacía que los titulares goleen por siete o más goles, aunque sea con penales inventados.

Además, confiaba en Daniel Jurkevicius, Rómer Roca y Marciano Saldías, Cristian Angelett, el ‘Ruso’ Navarro, Gumercindo Rueda, ‘Cuchuqui’ Valverde, Wilson Ávila, Celio Alves; y en los implacables e irreverentes Óscar ‘Ronco’ Ramírez, ‘Tucho’ Antelo al centro y Arturo ‘Pino’ García en el ataque.

“El equipo no venía bien. Al final del último entrenamiento antes de jugar con Litoral nos llevamos a nuestras casas todas nuestras cosas del lugar de prácticas porque era imposible ganarle a Litoral por 7-0”, cuenta Tucho.

Pero ocurrió lo inesperado, le ganaron a Litoral 7-0.

“Lo fundamental de ese partido fue el trabajo sicológico que hizo el entrenador Raúl Pino para lograr lo que parecía imposible. Me acuerdo ahora y me sigo emocionando”, señala Pino García.

“Me impresionó el público porque comenzamos con el estadio casi vacío pero antes de terminar el primer tiempo estábamos 3-0 y ya había unas 7.000 personas. La gente fue llegando a medida que marcábamos más goles y al final el estadio se llenó. Fue increíble”, recuerda Óscar Ramírez.

Segundo episodio épico. Tenía que ganarle a Bolívar por cuatro goles para llegar a la final.

Los paceños habían ganado de local por 3 a 0.

El Mago Pino repitió la estrategia, aunque todo era más fácil porque el ambiente cambió radicalmente tras la paliza propinada a Litoral. Ahora nada parecía imposible, al contrario.

A estadio repleto, Oriente se dio un verdadero festín ante un Bolívar superado ampliamente por un equipo voraz, que entró a pasar por encima a su rival y lo consiguió. En menos de 7 minutos de comenzado el encuentro los locales ganaban 3-0.

Fue en ese lapso que el tridente ofensivo refinero brilló a más no poder.

Dos goles de Antelo y otro de García en menos de 7 minutos fueron el presagio de la goleada. Hicieron 5 goles en lugar de 4.

“El recuerdo imborrable que tengo es que contra Litoral ganábamos 6-0, faltaban 2 minutos para el final y rematé al travesaño…pensé que ahí acababa todo, pero en la última jugada ‘Chiqui’ Echeverría me envía un centro, me marcaba Óscar Sanz (un grandote), le gané en el salto, de cabeza clavé la pelota, picó abajo y entró hacia arriba…se desató la locura total en el estadio”, rememora Tucho.

“Recuerdo que un dirigente de Bolívar dijo: ‘Bolívar no es Litoral’, como diciendo que si habíamos goleado a Litoral no pasaría lo mismo con ellos. Al otro día el técnico Raúl Pino le contestó: ‘4 no son 7’”, agrega Pino.

“No nos gustó que los dirigentes de Bolívar digan que Litoral nos había entregado el partido. Eso también ayudó a crear un ambiente tal para ese encuentro contra los paceños que el estadio quedó chiquitingo. En la cancha, cuando los íbamos goleando le decíamos a los jugadores de Bolívar si ellos también se habían vendido…nos menospreciaron. Al final, los de Bolívar terminaron pidiendo disculpas”, dice el Ronco.

Ramírez, Tucho y Pino se emocionan aún hoy al recordar esos inolvidables momentos, transportando a los hinchas a una época maravillosa de nuestro fútbol, cuando ellos y sus compañeros demostraron a todos que con voluntad, convencimiento y ganas de vencer se pueden alcanzar metas que parecen imposibles.